OPINIÓN | 2020 es un sinsentido. 2020 es un viaje a contra mar. También en la cabeza de Novak Djokovic. Desnortada, visceral, vagando por los rincones de una pista Arthur Ashe que ayer se convirtió en el mismísimo infierno en pocos segundos. Dentro y fuera de Flushing Meadows, el mundo del tenis se quedó helado. Petrificado. Porque Djokovic fue incapaz de contener una rabieta que acabó de la peor forma posible. Más allá de una descalificación, el ejemplo dado.
Y es que ser un número uno es una carga. Emocional y psicológica. Que implica la gestión adecuada de los momentos álgidos. Cuando no salen las cosas. Cuando la impotencia tiene una fuerza de géiser. Cuando nadie sabe como reaccionarás y tu reacción sorprende al mundo sumiéndolo en la tristeza de una imagen histórica en la edición del US Open ya de por sí más histórica del siglo XXI.
Anoche sentí tristeza. Vacío. La imagen de ese Djokovic que salía el día anterior a medios tratando de defender su Asociación y la integración de las mujeres en ella, con una imagen poco a poco renovada tras lo sucedido en el Adria Tour, volvió a sumergirse en lodo. Ver a Djokovic perder los papeles (sin intención de darle a la jueza) fue inexplicable.
El tenis es un deporte que siempre se ha caracterizado por el respeto al rival y al entorno. Por eso Wimbledon no permite otro atuendo que no sea blanco. Por eso el silencio entre punto y punto. La esencia de nuestro deporte, poco a poco, se lastra en medio de la presión por aumentar el negocio, por alzar voces y llamar la atención; por ser el foco en un mundo de protagonistas a golpe de tweet.
Jamás llegaré a entender cualquier comportamiento antideportivo dentro de una pista de tenis. Sí, todos/as hemos gritado de frustración al fallar un punto. Todos/as hemos querido, alguna vez, estampar una raqueta contra el suelo e incluso la hemos estampado. Pero hay formas y formas de gestionar un carrusel emocional. Lanzar una pelota a la valla publicitaria -máxime con jueces de línea delante de ella- es inaceptable. Como lo ha sido el comportamiento de Djokovic durante tiempo atrás, cuando el serbio ya tuvo conatos de impotencia.
Él sabe que se ha equivocado profundamente y lo ha admitido. La eliminación es justa. Es justa porque si no habría creado un ejemplo y una imagen inaudita e imperdonable. El deporte reside en valores. El deporte es respeto, por encima de todo. Lo de anoche fue una falta de respeto al deporte más allá de un infortunio.
[author image=»https://pbs.twimg.com/profile_images/947115456313389056/6XbxWQhc_400x400.jpg» ]DAVID SÁNCHEZ: @DASanchez__. Periodista especializado en tenis. Autor del libro ‘Sentir el tenis’. Ha publicado en medios como Forbes, Robb Report, CNN, Sphera Sports o El HuffPost y colaborado con emisoras radiofónicas como Radio MARCA, esRadio, RNE o Radio Internacional.[/author]