En tan sólo un par de meses, la vida del «Principito» dio un giro de 180 grados.
El 2020 no ha sido un año sencillo de llevar para nadie. Los múltiples incendios en Australia y Chernobyl, las inundaciones en Indonesia, la aparición de un avispón asesino y, por si fuera poco, la pandemia del Coronavirus han trastocado los planes del mundo entero y los deportistas no han sido ajenos, por supuesto. Pero es en contextos como el que vivimos actualmente, donde se puede ver la capacidad que tiene cada quien para pensar más allá de su bienestar.
Uno de los tenistas que mejor se comportó durante la ola de incendios que azotaron a Australia hasta hace pocos meses fue Alexander Zverev, quien donó 50 mil dólares australianos después de caer en las semifinales del Grand Slam oceánico en enero pasado.
Sin embargo, la pandemia del covid-19 ha afectado negativamente la reputación que el alemán venía construyendo, debido a que, en lugar de solidarizarse con las víctimas de esta crisis humanitaria, ha dado un mal ejemplo de comportamiento al asistir a una fiesta del famoso Adria Tour y a otra en Montecarlo, pocos días después de declarar que iba a hacer un aislamiento preventivo.
El 2020 de «Sascha» Zverev es la representación clara de cómo puede cambiar la vida de un momento a otro, afectando directamente a su imagen pública y dejando una cicatriz que tendrá que sanar el propio jugador alemán cuando se reinicien las competencias oficiales. Si el europeo quiere contar con el apoyo del público una vez vuelvan a estar en las gradas, deberá ser menos egoísta, como lo dijera el controvertido Nick Kyrgios, que en medio de toda la tormenta parece ser el nuevo hombre sensato del tenis.
[author title=»Andrés Matallana Avella: » image=»https://pbs.twimg.com/profile_images/666041598975852544/hSbddU6p_400x400.jpg»]Twitter @Andresf0724. Apasionado por el tenis. Disfruto del deporte blanco dentro y fuera de la cancha[/author]
