A Serena Williams le llegó la hora de apartarse del escalón más alto del tenis femenino, justamente en el mismo torneo que en 1999 la vio coronarse por primera vez campeona de un Grand Slam. Dicen que las historias inician y terminan en el mismo punto, pero con 34 años, la estadounidense intentará rearmarse una vez más para volver a la cima.
La presión volvió a pasarle factura a la menor de la dinastía Williams en el Abierto de los Estados Unidos. Sí en 2015, Roberta Vinci fue su verdugo en pro se conseguir el Grand Slam (ganar los cuatro major en un año) y de alcanzar a Stefi Graff (22 ‘Major’) -que meses después lo lograría-, en 2016, Karolina Pliskova fue la jugadora que le dejaría sin el número 1 del mundo, después de 186 semanas.
Williams no tuvo una buena noche y sus números (31 errores no forzados) le facilitaron el camino a su rival, para superarle (2-6, 6-7) y terminar con un reinado que inició el 20 de febrero de 2013 y que terminó anoche en Nueva York. Durante los más de tres años, que estuvo en la cima del tenis femenino, la morena de Michigan logró ganar 24 títulos (siete de Grand Slam), que se sumaron a los 47 que reposaban en su vitrina. Asimismo, completó 300 semanas como número 1 del mundo y 186 de manera consecutiva.
Anoche terminó una era del tenis femenino y Serena no quizo opinar del tema: «no quiero hablar del número 1 del mundo». Pero seguramente, ella, una de las más grandes de la historia, recuperará su escencia para volver a la lucha.
Redacción Match Tenis
