«Cada vez que entro a una cancha me siento libre, me siento muy bien». Basta con escuchar -o leer- esta frase para entender lo que significa el tenis en la vida de Jerónimo Rubio, un joven bogotano que absorbió desde muy pequeño la pasión de su padre por el deporte blanco y quien desde los nueve años le ha dedicado sus días a prepararse para alcanzar el circuito profesional.
Jerónimo tiene una ventaja con respecto a muchos jugadores alrededor del mundo y es que su padre Mauricio, ese que le impregnó el amor por las raquetas, es dueño de una de las sedes deportivas más reconocidas en el municipio de Chía: el Club de tenis La Rana.
Allí se ha formado como persona y como jugador bajo las enseñanzas y las lecciones transmitidas por su progenitor. «Nos la llevamos muy bien, pasamos mucho tiempo juntos entrenando y lógicamente me exige. Es exigente como cualquier entrenador con su pupilo, sé que quiere lo mejor para mí».
Jerónimo y su padre Mauricio
Si bien en su colegio le ha abierto la puerta a otros deportes como el fútbol, la equitación o el baloncesto, lo que apasiona a este joven de 13 años es terminar con las medias pintadas de naranja en cada partido. Y entregar lo mejor de sí cuando compite en cualquier cancha del país. Actualmente integra el top 10 de su categoría a nivel nacional y entre sus objetivos para la temporada 2021 aparece uno especial: representar a Colombia en el próximo Suramericano sub 14.
¿Pero qué hay de sus sueños y sus ídolos? «Yo sueño con jugar y ganar el Australian Open. Es mi torneo favorito, disfruto mucho viéndolo, me gusta el ambiente en general», explica Jerónimo, que en más de una ocasión ha pasado madrugadas enteras sin dormir -en días de colegio- para seguir a los mejores del mundo. Y añade: «Me gustan muchos jugadores, pero si tengo que elegir a dos de esta época serían (Dominic) Thiem y con (Stefanos) Tsitsipas porque pegan el revés a una mano… ¡Ufff!«.
Aún así, el jugador que más admira es Novak Djokovic. «Diría que me veo todos los partidos de él. Su agilidad y su elasticidad son impresionantes, además es muy fuerte de la cabeza. Sabe cómo salir de los momentos más complicados.»
Pero no todo es deporte en la vida de Jerónimo, que durante la pandemia tuvo que ingeniarse nuevas actividades para mitigar la ansiedad. Por eso, siguiendo el gusto de su padre por el vallenato, decidió aprender a tocar el acordeón para no extrañar tanto las horas que pasaba día a día empuñando la raqueta.
«Hace unos cuatro años habíamos comprado ese acordeón, pero se había quedado ahí guardado, nadie lo había utilizado en todo este tiempo», recuerda. «Aproveché que en la pandemia no había mucho por hacer y empecé a aprender por mi cuenta, aunque hay un amigo de la familia que es músico y también me ayudó con un par de consejos«.
El inicio de la temporada tenística y las responsabilidades del colegio se han cruzado con las sesiones musicales. Sin embargo, eso no le preocupa en este momento, puesto que su prioridad es preparase para los primeros torneos del año; en principio, viajaría a Cali para disputar la primera parada de la Gira COSAT, pero la postergación de estos torneos como consecuencia de la pandemia han cambiado los planes del bogotano.
Su calendario para el primer trimestre del año se definirá de acuerdo a lo que las autoridades sanitarias -y las del tenis- decidan en las próximas semanas. Por ahora, Jerónimo pasará los días en las canchas de La Rana preparándose para afrontar los desafíos deportivos que estén por llegar y, si el tiempo lo permite, dedicándole un par de horas diarias a perfeccionar su talento con el acordeón.
[author image=»https://pbs.twimg.com/profile_images/1122365846247096320/gFoXr9nB_400x400.jpg» ]Marcelo Becerra Concha (@Marcelob11) Disfruto conociendo el mundo del deporte desde adentro. Bogotá.[/author]
