Irina Khromacheva, jugadora que fue número uno del mundo en Juniors y que venció en la final de Mérida México, a la hoy, siete del planeta, Eugenie Bouchard (2011), se ha desarrollado en los mejores campos de tenis del mundo. Ella ha experimentado aspectos tácticos y psicológicos con la ex número uno, Justin Henin, en su academia de tenis en Bélgica. En esta ocasión, en el marco del Seguros Bolívar Open de la ciudad, de Medellín, (ITF 50.000), donde es una de las grandes candidatas al título, la conoceremos a fondo.
Tenis Seguros Bolívar
Irina habla de sus sensaciones en Medellín y recalca que es una de la ciudades donde mejor la trata la gente. “Me gusta mucho estar en Colombia, vine por primera vez el año pasado y me encanta la atmósfera, la gente, el hotel es bueno y nos tratan muy bien a las jugadoras aquí. En realidad me gusta mucho”. Además, es una mujer que denota serenidad y madurez y muy buena energía y disposición para atender lo que requiera la organización del evento (se tomó fotos con unos 30 niños de un colegio de Medellín, después de su segundo partido de sencillos, el cual ganó). Ella da todo de sí en la cancha, juega con alegría, esa que la desborda cada vez que se coloca unos audífonos, golpea muy potente la bola, pero también tira unos drops alucinantes, a los que entre risas los describe como su mejor golpe “Es una broma, pero el drop shot es mi mejor tiro”.
No le gusta mucho hablar de cuando fue número uno en Juniors, pues considera que es parte del pasado. “Fue muy bueno ser número 1 del mundo en Juniors pero eso es pasado, me abrió muchas puertas, me probé a mí misma que podía ser número uno, pero ahora es un mundo diferente. Las profesionales juegan mucho mejor y tienen más físico que en juveniles, entonces tengo que seguir concentrada en trabajar y los resultados vendrán” dice, una jugadora que denota las ganas que tiene de pasar la etapa más difícil de cualquier deportista y buscar el mismo objetivo en el ranking profesional.
Jugar dobles para ella ha sido otro gran salto en su carrera, gano tres Grand Slams en la categoría Juniors, dos veces Roland Garros y una vez el US Open. “Simplemente me gusta el juego, cuando era pequeña mi primera entrenadora, me enseño como jugar dobles y lo practicamos mucho, después vino naturalmente, veo muy bien la cancha y practique muchísimo esto cuando era pequeña”. La rusa se divierte jugando en esta categoría y conseguir estos triunfos hace que la confianza aumente. Estos títulos le dieron la convicción para ser número uno en la otra categoría. No gano ninguno con la misma pareja, muestra de su versatilidad en la cancha y en la modalidad.
Su experiencia en Bélgica junto a una ex número uno del mundo, Justin Henin, fue algo que ella nunca esperó tener. Pudo aprender mucho de sus entrenadores y de la misma ganadora de nueve Grand Slam. “Estuve en la academia de Justin Henin. Allí me ayudaron mucho con la parte física y el coach estuvo trabajando conmigo hasta los 16 años. Volví tiempo después, pero hace dos años, extrañe mi casa, pues viajo mucho y por tal razón, he decidido practicar en mi país, para ver más a mi familia, pero indudablemente adquirí mucha experiencia» Sobre Henin, afirma » Ella todavía jugaba cuando fui la primera vez, y me dio consejos muy buenos, incluso entrenamos juntas varias veces, fue una experiencia muy bonita”.
En la WTA cada vez se analiza más la parte física, pues si se es más alta y si se tiene más potencia se puede llegar con mayor facilidad a lo más alto del ranking. Así analiza Irina el presente de la WTA y su futuro para llegar más arriba en el escalafón. “Bueno yo pienso que el nivel de la WTA ha subido mucho, es difícil llegar al top 200, luego al 150 y después al 100, todas las mujeres juegan muy bien ahora y es mucho más físico que antes» dijo la actual 263 del mundo, quien confía que el proceso que está realizando la coloque entre las mejores. «Soy muy joven, tengo 19 años todavía, entonces hay tiempo para mejorar y crecer en mi ranking” Precisamente el lugar más alto que tocado fue 165 del mundo, el cual lo consiguió en 2012 con tan solo 17 años.
Las jugadoras rusas son aguerridas y muy luchadoras. Ante eso, Irina cuenta la manera en que ve a las mujeres que representan a su país. “El tenis en Rusia es muy fuerte. Tenemos muchas buenas jugadoras, desafortunadamente no tenemos una base como Corea donde practicar la mayoría de competidoras rusas practican en diferentes países». La parte mental no la deja atrás y afirma, «creo que la mentalidad es muy buena. Tenemos hambre de victorias y soy feliz de ser rusa”. Esa hambre es por lo que se las ve por tantos países, y tienen tantas oportunidades, hay mucho apoyo en ese país europeo, aunque no se entrene en Rusia por cuestiones internas. El clima es muy difícil para practicar todo el año, en el mismo sitio, y los jugadores prefieren radicarse en otros lugares más propicios. Sin dudas la nación es una potencia en cuanto a jugadores de tenis, sobre todo por esa hambre de triunfos que ella dice tener, pues es fundamental, para ganar y ser una potencia en el deporte blanco. En tres palabras se define la moscovita “Soy una guerrera”.
A la finalista del Australian Open juvenil, le encanta estar en Rusia, más exactamente en Moscú, de donde es su familia. Allí no puede estar mucho, pero aprovecha cada momento y es por esto que decidió entrenarse ahí. “Yo pienso que a una jugadora le queda muy difícil encontrar algo diferente al tenis, porque entrenas todo el día, a toda hora y estas concentrada en eso, me gusta pasar tiempo con mi familia, amigos. Aquí a Colombia vine con mi mamá y estoy feliz de que pueda estar conmigo» El tenis es todo en su vida, pero no deja de lado su preparación para un mañana » estoy estudiando gestión deportiva en Rusia”. También cuenta que hace unos años le ofrecieron representar a Bélgica, un entrenador de la academia de Justin Henin, pero ella no acepto este ofrecimiento y continuó representando a Rusia.
La parte mental es lo más importante para muchos jugadores, se dice que necesitan de una guía para afrontar el desgaste de un partido de tenis, de tener la convicción y la confianza de poder cerrar un encuentro, para conseguir importantes victorias. Irina se mantiene siempre en contacto con un psicólogo, en su natal Moscú. “Tengo un psicólogo en casa, en Rusia, hablo con él por teléfono o por mensajes de texto cuando estoy viajando. En cambio, cuando estoy en casa voy con él y hablamos. El me dice que tengo que trabajar mucho en las prácticas, dentro y fuera de la cancha y estar muy enfocada. Eso me ayuda mucho a pelear cada pelota”. su jugador favorito, es Novak Djokovic, aunque le cuesta mucho sacar uno que sea su guía, tal vez, la cabeza del serbio sea lo que más le guste.
En Medellín la jugadora nacida en Moscú siempre se la ve recorriendo los pasillos del Club Campestre, y ve la mayoría de los partidos de las demás jugadoras, que en un mañana podrían ser sus rivales. Al no tener entrenador, ella hace ese trabajo. Observa y analiza a sus oponentes, junto a su mama que en este momento la acompaña. “No entreno con mi mama, por el momento no tengo entrenador, ella simplemente me acompaña. Mi mamá nunca jugo tenis ella conoce el juego pero no es mi entrenadora”.
La ex número uno del mundo en Juniors, podría conseguir gracias a todas esas vivencias y el trabajar como «guerrera», el objetivo de toda tenista en el circuito WTA, que es conseguir llegar como mínimo al top diez, y aunque no será una tarea fácil, se le ve con la confianza para lograrlo. Con el horizonte despejado, busca superar las metas que se ha trazado en este deporte, y seguramente de la mano de su mamá y su familia en Rusia, llegará muy lejos.
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