La estadounidense aspira a convertirse en la primera tenista universitaria en ganar un Grand Slam en sencillos
En el tenis, especialmente en el femenino y en torneos Grand Slam, es común presenciar grandes actuaciones de raquetas que no estaban en el grupo de candidatas de absolutamente nadie, pero después de eso les cuesta lograr un resultado similar; sin embargo, la estadounidense Jennifer Brady es la excepción, pues tras sorprender en el US Open 2020 al llegar a las semifinales, lo hizo de nuevo en el Australian Open 2021, al instalarse en la final.
En el partido por el título se medirá a la japonesa Naomi Osaka a partir de este sábado a las 3:30 a.m. (Hora Colombiana), quien fue justamente la que le puso freno en el pasado US Open. El proceso de Brady fue diferente, pues antes de incursionar al profesionalismo acudió a la Universidad de Carolina del Sur, donde estuvo entre los años 2013-2015, ganando en dos ocasiones el premio All-America; además de guiar a su equipo al título en el 2014.
“Todos vivimos una experiencia diferente en la universidad, en mi caso fue altamente positivo, dejé de hacer lo que hacía antes, me sacó de la monotonía y de los horarios en que solía entrenar; le dije adiós a mi zona de confort, me alejó de mi familia y me ayudó a madurar fuera de la cancha. Definitivamente, la universidad ha sido un factor clave de mi éxito, pues no estaba preparada para convertirme en tenista profesional, no era madura para afrontar un reto así, así que la única opción en aquel momento fue acudir a la universidad, en definitiva, fue lo mejor”, expresó hace algunos meses la nacida en Harrisburg, Pensilvania.
En el alma máter, Brady estuvo bajo la batuta de la entrenadora Stella Sampras, hermana mayor de Pete Sampras, quien le ayudó a perfeccionar su juego. En paralelo, se inmiscuía en el mundo de la tranquilidad y la paciencia, cualidades que fueron puestas en práctica hace tan solo unas semanas, pues fue una de las 72 tenistas confinadas tras presentarse positivos por Covid-19 en el vuelo en que viajaba. “Mentalmente me sentía cargada, por consiguiente, usé esas dos semanas para restablecerme mental y físicamente, le di descanso a mi mente y mi cuerpo”, fueron sus palabras sobre esta experiencia.
Arrancó el 2020 en la 50ª casilla del ranking WTA y lo cerró en la 24ª colocación, siendo una de las que más avanzó, pues el circuito estuvo quieto por espacio de seis meses a raíz de la pandemia del Covid-19. Lo hecho en el arranque de esta temporada le permitirá situarse como mínimo a partir de lunes en el puesto N° 13°, de ser campeona se situará 12°, quedando muy cerca del Top-10.
Una niña maleducada
La universidad también le permitió a Brady mejorar su temperamento, pues como ella misma lo expresó, era una niña maleducada. “No era una niña muy educada. Tenía 12 o 13 años, no recuerdo y jugaba un torneo Sub-14. Lideraba el primer set 5-1, luego me empataron y solo atiné en soltar una palabra con F. Una entrenadora de la academia dijo: ‘¡Si vuelves a decir eso, te sacaré de la cancha!’ Luego lo dije de nuevo. Ella no me sacó de la cancha, pero perdí 5-7 y 0-6”, recordó.
“Mi mamá se terminó yendo a la mitad del partido. Pensé que estaba molesta conmigo, pero en realidad mi hermana estaba sola en casa y el lavaplatos estaba repleto de losa sucia, así que prefirió acomodar todo eso, para no presenciar mi rabieta, lo cual fue bueno”, puntualizó.
De esta manera, Jennifer Brady, mediante un trabajo lento, silencioso, pero seguro, se abre paso en el difícil mundo del tenis ¿Será la primera universitaria en levantar un título Grand Slam en sencillos?
[author image=”https://pbs.twimg.com/profile_images/532902040893022209/gonhrGnQ.jpeg” ]Francisco Vargas: Twitter @VargasPacho. Periodista especializado en tenis con una experiencia de 8 años en los diferentes circuitos de la ATP y WTA. Voice Over en eventos internacionales. [/author]
