La tenista de Bucarest integra el listado de jugadoras que estarán participando en el WTA Copa Colsanitas.
Dentro del cartel de figuras que dirán presente en la Copa Colsanitas de Bogotá, que iniciará este sábado 3 de abril con la fase de clasificación, sobresale el de la rumana Mihaela Buzarnescu. Aunque tal vez no sea una de las estrellas que los fanáticos esperan ver en el país, o una de las candidatas al título, pero sí cuenta con una historia que destaca sobre las demás.
Su nombre figuró en la etapa como juvenil: fue número 4 del mundo en 2006 y ganó dos trofeos Grado 1 en Costa Rica y México. De hecho, fue finalista en el prestigioso en el Orange Bowl donde venció en su camino a la polaca Agnieszka Radwanska, antes de caer en la final ante Caroline Wozniacki.
La carrera de Buzarnescu, que tenía todas las intenciones de llegar a los mejores lugares, tal como sucedió con sus contemporáneas, se vio estancada por una lesión en el hombro cuando se disponía a hacer la transición de junior a profesional. Los patrocinios económicos se fueron y el apoyo federativo empezó a escasear en una etapa donde disponía a empezar casi desde cero.
En 2011 ingresó por primera vez a las mejores 200 del mundo y su carrera profesional parecía encaminarse a lo que vislumbraba cuando era juvenil. Sin embargo, llegaría otro golpe: una lesión en la rodilla izquierda que necesitó dos cirugías y la llevó a alejarse de las canchas. Todo esto le significó estar más allá de las 800 mejores del mundo.
Pero más allá de quebrantarse, Buzarnescu tomó una particular decisión: “Dije: ‘Bueno, si no voy a jugar al tenis, tal vez me ayudaría en mi currículum, tener un trabajo en algún lugar de Rumania o en el extranjero‘”. Así, la rumana, que actualmente tiene 32 años, decidió realizar un doctorado en ciencias del deporte para estudiar el desarrollo de psicomotor de los juveniles entre los 12 y 14 años.
“No creo que mucha gente piense que estaría donde estoy ahora, pero mi doctorado en Ciencias del Deporte me ha dado nuevas oportunidades. Las lesiones nunca son fáciles de tratar, ya que te quita el tenis, pero me dio la oportunidad de estudiar”, compartía en 2020 la rumana en una entrevista para Behind The Racquet.
Todas estas situaciones desembocaron en que Buzarnescu obtuviera sus mejores resultados de forma tardía. Su mejor participación en Grand Slam (Roland Garros 2018, cuarta ronda) lo obtuvo a los 30 años; y en ese mismo 2018 llegó a sus tres finales de la WTA: Hobart, Praga y San José, este último su único trofeo de la categoría; resultados que la llevaron a ser la #24 del mundo. Además, también ha logrado resultados sobresalientes en el dobles, donde ha disputado cuatro finales y ostenta y título.
Pero a pesar del crecimiento que experimentó en el último tiempo, Mihaela tiene claro que el tenis no será su profesión durante muchos años, ya que a pesar de que le ha permitido viajar por todo el mundo, no la ha dejado vivirlo como realmente quisiera.
“Sólo puedo imaginarme jugando otros cuatro o cinco años de gira. La gente piensa que a través del tenis se llega a ver el mundo, pero la verdad se pasa la mayor parte del tiempo en la cancha o en el hotel. De vez en cuando puedes hacer turismo libre, pero en su mayor parte todos somos disciplinados. No podemos permitirnos el lujo de perder la noción del tiempo, o salir una noche, hay mucho que hacer”, expresaba.
Además, busca que su doctorado en ciencias del deporte, ese que adelantó en los momentos más duros de su carrera, sea un vehículo para aportar a la sociedad de su país, y en gran medida, a su deporte. “Quiero ayudar a los niños en Rumania a tener las oportunidades que nunca tuve. Al crecer nunca tuvimos un club donde pudiéramos mejorar en la cancha con entrenadores, y fuera de la cancha con una clínica de rehabilitación”.
Redacción: Fabián Valeth Orozco.
