Adrian Mannarino vive un renacer inesperado en el Masters 1000 de Cincinnati, donde se ha clasificado para los octavos de final tras imponerse a Tommy Paul por 5-7, 6-3, 6-4. El veterano francés de 37 años, que partió desde la fase previa, atraviesa uno de sus mejores momentos del año… después de haber rozado la idea de colgar la raqueta.
“Ha habido momentos de duda. Siempre tiendo a creer en ello, pero los resultados son reveladores. Este año he perdido contra jugadores muy, muy malos en los Challengers”, admitió con crudeza en declaraciones a L’Équipe. “Pensaba que pronto tendría que dejarlo porque se estaba volviendo ridículo, pero, por otro lado, la gente con la que trabajo ha conseguido motivarme y hacerme creer que aún era posible”.
El francés reconoció que la racha de derrotas lo llevó a un punto límite, pero la reciente cadena de buenos resultados lo ha devuelto al optimismo. “Ahora estoy pasando por un pequeño momento en el que los resultados son buenos, pero no hay que detenerse ahí, hay que seguir adelante. Tengo la impresión de que estoy jugando mejor y eso me anima. Cuando uno no se siente bien en la pista y encadena una derrota tras otra, rápidamente se desanima”.
Mannarino ha encadenado victorias sobre Jordan Thompson, Tomas Machac y el propio Paul, algo que no conseguía en un Masters 1000 desde hace dos años. Además, su clasificación forma parte de un inusual dominio francés en Cincinnati, donde Benjamin Bonzi y Terence Atmane también han alcanzado esta ronda sin ranking protegido.
Ahora le espera un desafío mayúsculo: en octavos se medirá al número 1 del mundo, Jannik Sinner, que superó al canadiense Gabriel Diallo por 6-2, 7-6(6). El choque, programado para este miércoles, pondrá a prueba la confianza recién recuperada del zurdo galo frente al máximo favorito del torneo.
