Rafael Nadal habla hoy con la serenidad de quien ya no tiene nada que demostrar. Retirado del tenis profesional, el mallorquín afronta una etapa completamente nueva, lejos de la exigencia diaria del circuito y más cerca de una vida que durante años solo pudo imaginar entre torneo y torneo. Así lo explicó en una reciente entrevista con el Diario AS, en la que dejó claro que su relación con el tenis ha cambiado para siempre.
El ganador de 22 títulos de Grand Slam reconoce que la transición no ha sido traumática. Al contrario, afirma sentirse cómodo y tranquilo con su decisión. El tenis forma parte inseparable de su historia, pero ya no marca su rutina ni define su día a día. “Esa etapa está cerrada”, viene a transmitir Nadal, quien ahora disfruta de horarios más flexibles y de algo que durante su carrera fue un lujo: tiempo para su familia.
Una rutina distinta, nuevas prioridades
No mantengo ninguna rutina fija. Tengo una vida, un poquito más aleatoria que antes. Antes mis trabajos eran ABC: levantarme a tal hora, entrenar, hacer físico… todo prácticamente repetitivo día a día. Ahora voy trabajando en mis cosas, tengo mis reuniones muchas mañanas, mis viajes de trabajo, e intento normalmente tener las tardes más libres para estar con la familia. Yo no vivo pensando que soy o que he sido tenista. Es una etapa que está cerrada”.
Sin prisas por volver al foco mediático
Siempre he tenido máximo respeto por lo que pueda pasar en el futuro, porque lo que uno siente hoy no es lo que sentirá dentro de un tiempo. La vida va cambiando, y más cuando tienes niños pequeños: ves la vida de una manera, pasan unos años y cambia. ¿Viajar de manera continuada? No lo veo. Ser entrenador implicaría eso, y ahora mismo no encaja con mi vida. ¿Ser capitán de Copa Davis algún día? ¿Por qué no? Podría divertirme… o no. Acabo de retirarme; es muy prematuro darle vueltas. Respeto los procesos vitales y de adaptación. Ahora mismo no procede pensar en eso”.
Un legado asumido con naturalidad
He tenido una carrera muy larga y he sido muy feliz. Evidentemente, hay resultados que están ahí y que son difíciles de imaginar. Para mí lo siguen siendo. No pienso en ellos habitualmente, pero cuando pienso que he ganado 14 Roland Garros… es algo muy complicado. O 12 veces en Barcelona, o que estuve no sé cuántos años seguidos sin salir del top-10 (fueron 912 semanas), teniendo tantas lesiones y meses parado. Ese es un récord del que estoy satisfecho: habla de perseverancia y continuidad. Ha valido la pena”.
¿Ve en Carlos Alcaraz o Jannik Sinner algo de él?
No me identifico con ninguno. Son jugadores distintos a lo que era yo. Creo que Carlos es más aleatorio: comete más errores, hace puntos más espectaculares, a veces no tiene un patrón de juego tan definido, lo que lo hace impredecible y divertido para el espectador. Jannik es un jugador más metódico, centrado, con un patrón de juego más definido y que va añadiendo cosas poco a poco, por eso es tan sólido y pierde muy pocos partidos. A veces parece que Carlos es más disperso, pero cuando ves los resultados… ha tenido un año increíblemente regular y sólido en todos los torneos importantes. Por eso me hace gracia cuando oigo que es disperso: los resultados dicen lo contrario, es mi punto de vista”.
Rafael Nadal ya no compite por títulos, pero sigue demostrando la misma coherencia, humildad y equilibrio que marcaron su carrera. Esta vez, fuera de la cancha.


