Nos trasladamos al lejano 1998, año en el que Carlos Moyá, hoy entrenador de Rafael Nadal, ganaba su único título de Grand Slam.
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Era 1998 y el cielo en París estaba plomizo y temperamental, en Roland Garros el ambiente es una mezcla tóxica entre la ansiedad del clima y la excitación de la gente. La euforia de una final es inconfundible, los jugadores caminan de un lado a otro sosteniendo con fiereza su deseo corrupto de ganar; dentro de la cancha reinan gritos, aplausos y un silencio que reclama a vítores quedarse escondido.
Carlos Moyá, de 22 años, enfrentaba, sin saberlo aún, lo que iba a ser su único título de Grand Slam. El escenario estaba adornado con vallas publicitarias verdes, pálidas, en algunas de ellas se veía el logo de Juan Valdéz y la arcilla de la cancha estaba inmaculada. Moyá había dejado en el camino al número uno del mundo Marcelo Ríos y venía de conseguir el título en Montecarlo, era el momento adecuado para alzarse con el trofeo en París y no iba a desaprovechar la oportunidad, enfrente tenía a su compatriota Àlex Corretja, quien llegaría de nuevo a la final del torneo en 2001, pero que jamás podría besar el trofeo de campeón.
Fue una batalla de tres sets, Moyá desplegó el mejor tenis de su carrera, del que incluso algunos dirían que fue un hecho de autoproclamación, pues aunque no podía imaginar lo que vendría, lo cierto es que es de los pocos temerarios que se decidieron y pudieron ganar el torneo antes del 2005, donde empezaría el mayor dominio tenístico jamás antes visto en la catedral parisina, y donde Rafael Nadal se alzaría con 14 títulos, racha que solo han podido cortar tres jugadores desde que debutó como ganador el manacorí, Roger Federer, Stan Wawrinka y Novak Djokovic.
En 1998, Rafa, de tan solo 11 años, ganaba dos torneos en España consecutivos en la categoría alevín, Roland Garros sería tan solo un anhelo lejano y ni él mismo podría imaginar lo que significaría en su carrera. En 1998 daba su primera entrevista luego de un partido perdido y ya le mostraba al mundo su mezquina relación con la derrota y dejaba ver sus ya característicos gestos de autorreproche expuestos.
Veinticuatro años después, Rafa enfrentaría su final número 14 en suelo francés y se coronaría campeón por 14° ocasión; esta vez, acompañado por Carlos Moyá, quien fue campeón y quien tendría que soportar una ansiedad diferente, más imponente, más estática que la de su final; aquí tendría que sufrir por su protegido, pero confiado, porque para él “en arcilla, Rafa siempre es el favorito”.
Aquí seguimos,sigue pasando el tiempo pero siempre a tiempo acude @RafaelNadal fiel a su cita..orgulloso de formar parte de esta locura,que siga la fiesta 💪💪💪🏆🏆 pic.twitter.com/VP7h2LEqkx
— Carlos Moya (@Charlymoya) June 6, 2022
Por Juan Diego Forero Vélez
