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Daniel Koellerer: Los demonios de un tenista incomprendido

por Andrés Peraza
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En una entrevista exclusiva producida por Unbreakable Media, el ex jugador austriaco relata interesantes anécdotas de su carrera.

Daniel Koellerer podría describirse como el típico personaje que no tiene filtro para tocar temas que podrían escandalizar a la mayoría de las personas. Profesional desde 2002, este austriaco de 36 años fue sinónimo de problemas y situaciones polémicas para todo el entorno del deporte blanco durante los nueve años que compitió en el circuito mundial. En 2011 fue suspendido de por vida tras ser acusado de amañar partidos, algo que hoy en día niega argumentando que las autoridades competentes jamás presentaron pruebas que respaldaran esta decisión.

En días pasados, Unbreakeable Media presentó en su canal de YouTube una entrevista con Crazy Dani -como era conocido en el circuito-, quien recordó momentos sus inicios, así como los momentos más icónicos de su carrera y mostró su arrepentimiento por la actitud que mostraba dentro de la cancha ante los jueces, los recogepelotas, el público y sus rivales, que en un momento se unieron para pedir que lo expulsaran del circuito.

A pesar de practicar otros deportes de manera simultánea con el tenis durante su niñez, Koellerer relata que la dinámica de comenzar todas las semanas desde cero, sin importar la clasificación o lo que haya ocurrido la semana anterior, fue lo que lo atrapó definitivamente; además de inspirarse en leyendas como su compatriota Thomas Muster o Pete Sampras.

Dani

El austriaco llegó a ser 55° del escalafón mundial masculino. Foto: AP

Sin embargo, uno de los momentos más llamativos surge cuando confiesa que probó el alcohol a los 24 años, “gracias” a Marat Safin. “Cuando eres adolescente, tus padres tratan de encaminarte en el mundo del deporte para evitar que consumas alcohol, drogas y ese tipo de cosas, pero yo empecé a beber porque vi a Safin bebiendo ante de disputar la final del Australian Open (2002) y pensé ‘si estoy entre el puesto 150-180 y no subo en el ranking, y él que está ad portas de jugar la final en Melbourne y no puede caminar, no puede ser tan malo. (…) Por supuesto, nunca habría podido ganar porque estaba muy ebrio. Era increíble. La noche anterior estaba celebrando como si ya hubiese ganado el torneo. (…) Era tan talentoso que podía hacer ese tipo de cosas, pero los demás deben trabajar muy fuerte”, comentó.

Y más adelante confesó que una vez emuló lo hecho por el mítico ruso. “Infortunadamente, una vez hice lo mismo en Alemania. Tu mente está en un estado de relajación, porque sabes que estás ebrio y que si pierdes es debido a eso. Había muchas personas, muchos niños y, hasta ahora, nadie sabía esto”.

Desde sus primeros años en el circuito juvenil, el austriaco fue sinónimo de conflictos. Sin embargo, no se trataba de una personalidad conflictiva, sino de la insólita formación que recibió de su primer entrenador, quien lo castigaba cuando no provocaba a sus rivales, por ejemplo. “Fui preparado para comportarme así dentro de la cancha y después de cuatro años era algo que resultaba inevitable para mí“, explica. “Hice muchas cosas de las que hoy me arrepiento, dentro y fuera de la cancha, contra personas buenas. Pero en aquella época era como un caballo que solo miraba hacia el frente. Cuando era juvenil y jugaba en cualquier torneo, si no provocaba a mi rival debía cumplir con castigos tan fuertes que en ocasiones terminaba vomitando dos y hasta tres veces”.

Luego se traslado a Viena, donde comenzó a trabajar con otro entrenador que intentó cambiar por completo la absurda filosofía que le habían inculcado. “Él me decía: ‘mientras no pase una semana completa en la que podamos trabajar sin ese tipo de reacciones en cancha, no iremos a los torneos‘. Si, por ejemplo, golpeaba mi raqueta más de 3 veces debía hacer bicicleta estática durante dos horas. La primera semana pasé 16 horas en la bicicleta”, recuerda.

Sin duda, 2009 fue un año irrepetible en la vida de Koellerer; aquella temporada fue la mejor de su carrera deportiva, pero también fue cuando perdió a su madre. “Comenzando aquel años vencí a Nalbandian en Acapulco, también jugué un gran partido con Roddick en Indian Wells y más adelante, en el US Open, gané mi primer partido de Grand Slam. Estaba muy contento. De hecho, gané dos; vencí a Pablo Cuevas. Ese día, mientras estaba en el vestuario, pensaba mucho en mi madre y en lo orgullosa que estaría más allá del resultado

Pero en 2010 comenzaría a desvanecerse todo el camino que había construido hasta entonces. Una lesión de muñeca lo marginó del circuito durante dos meses, y aunque sufrió una infección interna post cirugía, volvió a la competencia con la ilusión de retomar el ritmo. Pero las presiones de la ITF y la TIU comenzaron a afectar a un Koellefer que no podía hacer pública su situación, así que entró en depresión, perdió la pasión y debió asistir a un psicólogo.

Luego de dos semanas sin siquiera mirar sus raquetas, regresó en torneos interclubes y en un duelo ante Stefan Koubek vivió una situación que comenzó a marcar el fin de su carrera. “No sé qué le ocurrió. Pasó a mi lado y de repente me agarró del cuello y me dijo que no debía decirle que era un maricón. El supervisor estaba delante y confirmó que no le dije nada, pero aún así me expulsó porque era yo. Me tiraron a los leones”, asegura.

Por último, el hoy ex jugador de 36 años se refirió a la injusta expulsión que debió acatar en 2011, cuando fue acusado amañar partidos. “Dentro de 50 años seguiré diciendo lo mismo, y es que la ATP aprovechó eso para deshacerse de mí porque era la única manera que tenía de hacerlo. Hoy es el día que no existen pruebas de ellos. Me acusan de hablar con un tipo que me ofreció 130.000 euros por perder en primera ronda de Roland Garros. Yo se lo comuniqué a la ATP, así como el día que me ofrecieron 65.000 euros por perder en primera ronda de Kitzbuhel”.

Y agregó: “A Wayne Odesnik, la ITF le dijo que si me enlodaba le reducirían su pena por doping a 12 meses. Lo dijo él mismo. Me suspendieron y dos meses después él estaba jugando el Australian Open. Después, volvió a dar positivo por doping. A mí, sin pruebas, me suspendieron para toda la vida“, cierra Koefeller, quien asegura que de lo que más se arrepiente en su carrera es de tratar mal a un recogepelotas. “Ahora me siento peor porque tengo una hija y si un tenista la tratara como yo traté a ese chico, le rompería los huesos”.

[author image=”https://pbs.twimg.com/profile_images/1122365846247096320/gFoXr9nB_400x400.jpg” ]Marcelo Becerra Concha (@Marcelob11) Disfruto conociendo el mundo del deporte desde adentro. Bogotá.[/author]

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