Wimbledon volvió a ser territorio ajeno para Novak Djokovic. Esta vez, no por falta de lucha ni de ambición, sino por algo más inevitable: el desgaste. El serbio, que cayó en semifinales ante Jannik Sinner en tres sets, mostró su lado más vulnerable tras el partido, reconociendo que su físico ya no le permite rendir como antes en los momentos clave.
“No tuve buenas sensaciones. No quiero dar detalles ni poner excusas, pero simplemente no me sentí bien en pista”, confesó un Djokovic sincero. Aunque no profundizó en su estado físico, el mensaje fue claro: por más que su preparación sea meticulosa y su compromiso total, hay barreras que ya no puede controlar.
La derrota ante Sinner no solo fue contundente en el marcador, también lo fue en la imagen: un Djokovic cabizbajo, falto de frescura, sin ese extra que solía sacar en los grandes escenarios. “Él fue mejor. Está en la final, se lo merece”, declaró con deportividad.
Pero más allá del resultado, sus palabras dejaron una reflexión agridulce: “Lo doy todo para estar bien en los Grand Slams, pero el cuerpo a veces no quiere acompañarme”.
El adiós no está cerca… aún
Ante la inevitable pregunta sobre su futuro, el campeón de 24 Grand Slams descartó que esta haya sido su última aparición en la mítica Central del All England Club. “Sería triste que este fuese mi último partido aquí. Mi plan es regresar. Quiero jugar otra vez en esta pista”.
Aunque el tiempo avanza y los desafíos físicos se intensifican, Djokovic no se rinde. Su motivación sigue intacta, aunque ahora debe lidiar con un presente en el que nombres como Alcaraz y Sinner —a quienes define como “varios escalones por encima del resto”— están marcando el nuevo ritmo del circuito.
Sobre la final: leve favoritismo para Alcaraz
Con la final a la vuelta de la esquina, Djokovic también opinó sobre lo que se avecina: “Le doy un ligero favoritismo a Carlos, por lo que ha conseguido aquí y la confianza que tiene. Pero va a ser un partido muy, muy cerrado”.