OPINIÓN | Si hay una palabra que se desprende de la reunión que tuvieron los tenistas con los jerarcas de ATP, WTA y USTA es inquietud. Inquietud por saber cómo y en qué circunstancias volverá el tenis, un deporte lastrado desde el inicio de la pandemia del COVID-19 y que deriva, al son de la retórica de bar de unos y otros, entre los despachos y las casas de los tenistas confinados y sin actividad.
Lo cierto es que no parece nada clara la situación. Tras la conferencia virtual, salen a flote más dudas y críticas contra unos organismos atados por los contratos vinculados a los broadcasters internacionales, un formato reducido y concentrado de un calendario aún por confirmar y una situación sanitaria que no parece mejorar en Estados Unidos. Nada se sabe con certeza. Todo son especulaciones, rumores, sensaciones…hasta el 15 de junio; una fecha marcada a fuego desde hace meses en el calendario de todo aquel que siga el tenis.
La decisión es muy compleja. Diría que desalentadora. Sobre todo teniendo en cuenta que tenistas de gran peso como Rafa Nadal, Simona Halep o el propio Novak Djokovic, presidente del Consejo de la ATP, mantienen sus dudas sobre si ir o no a Nueva York. «Lo más probable es volver a principios de septiembre en una gira de tierra. La mayoría con los que he hablado son bastante negativos con la idea de jugar en Nueva York», decía el serbio hace unos días.
Y es que, pese a las medidas de seguridad que propone la USTA para la celebración del US Open y el plan de alojar en las instalaciones del barrio de Queens el Masters 1000 de Cincinnati, la idea sigue sin cuajar entre los principales protagonistas: los jugadores.
Indignados, muchos de ellos reclaman equidad. La posibilidad de que el US Open se juegue sin fase previa deja en situación de desamparo a muchos profesionales que podrían jugar la fase clasificatoria.
Otro tema importante son los puntos que se reparten de cara al ranking. Si no se juega la qualy, ¿qué ocurrirá con los puntos? Algunos tenistas como Marin Cilic reclaman votaciones como solución.
Pista Arthur Ashe del US Open [Foto: Getty Images]
El tenis se encuentra entre la espada y la pared con un panorama translúcido en el que la comunicación fluida entre organismos y tenistas, sobre todo los de ranking inferior, no está siendo nada clara.
Además, se enfrenta a enormes problemas en torneos de menor rango donde los patrocinadores prevenidos han mermado sus cuantías de apoyo y donde gran parte del presupuesto para una posible celebración, de llevarse a cabo, se dirige a poder garantizar las medidas de seguridad apropiadas.
Hasta la USTA ha quedado resentida con el despido de 130 de sus empleados con una clara repercusión en el prize money de los eventos de la gira norteamericana, especialmente el US Open. Sin duda, otro de los reclamos de los jugadores, preocupados por su solvencia económica.
Hay mucho dinero en juego en la gira norteamericana y los estamentos del tenis se agarran como un clavo ardiendo a cualquier posibilidad de seguir adelante con el plan de mantener el cuarto major en la ciudad de los rascacielos.
Según ellos, parece la mejor solución ya que, a finales de agosto, aún no han empezado las grandes ligas; lo que les garantiza una mayor exposición mediática.
La próxima semana será clave en una decisión que, a buen seguro, no contentará a todas las partes. Son momentos de estrés para un deporte que se diluye a regazo de las discusiones con un plantel dividido.
[author image=»https://pbs.twimg.com/profile_images/947115456313389056/6XbxWQhc_400x400.jpg» ]DAVID SÁNCHEZ: @DASanchez__. Periodista especializado en tenis. Autor del libro ‘Sentir el tenis’. Ha publicado en medios como Forbes, Robb Report, CNN, Sphera Sports o El HuffPost y colaborado con emisoras radiofónicas como Radio MARCA, esRadio, RNE o Radio Internacional.[/author]
