Mariana Duque dijo adiós. Se despidió de los entrenamientos diarios, colgó sus raquetas y cerró la puerta del tenis profesional en su vida a escasos meses de cumplir 30 años. Muchos quedaron -y quedarán- con la sensación de que la bogotana aún tenía mucho más para mostrar, incluido Alejandro Pedraza, la persona que mejor la conoció en el ámbito de este deporte. Su padre tenístico.
«Pienso que uno de los motivos que la llevaron a pensar en el retiro fue la lesión de hombro que la obligó a cambiar su patrón de juego (…) Mariana pasó de tener dos tiros como arma principal -saque y derecha-, a tener uno y verse obligada a replantear su estilo de juego», explica el entrenador de toda su vida.
Se conocieron en la Academia Colombiana de Tenis, cuando Duque tenía apenas 9 años. «Desde que la vi, me sorprendió su forma de moverse, cómo impactaba la pelota, pero especialmente su espíritu competitivo. Para ser una niña de esa edad, tenía una mentalidad arrolladora«.
Las virtudes que Pedraza identificó en aquella joven jugadora fueron la cuota inicial de una amistad que hoy trasciende lo vivido al interior de una cancha, y se convirtió también el inicio de un exitoso proceso que la catapultó a los primeros planos en Colombia y en la categoría mundial juvenil.
«En tres años se había convertido en una figura a nivel nacional. Estaba capacitada para seguir los pasos de Fabiola», cuenta uno de los formadores más capacitados en el tenis de nuestro país. «Nos dimos cuenta que cambiando empuñaduras, buscando nuevas formas de trabajar y de ayudarla a madurar, podíamos tener a una jugadora de altísimo nivel». Y todo el trabajo surtió efecto cuando, con apenas 15 años, ya se conseguía títulos en torneos ITF de diez mil dólares.
Pero, ¿cómo es la campeona del Claro Open Colsanitas 2010 cuando no tiene el chip de jugadora? «Fuera del tenis, rescato la inmensa humildad de Mariana. Es una mujer que parece tímida, pero cuando la conoces mejor, ves a una persona muy carismática que trata a todo el mundo por igual. Siempre se rigió bajo los parámetros de vida que le inculcamos: ser persona«, dice Pedraza con el orgullo típico de un padre.
Ahora que su relación entrenador – jugadora es cosa del pasado, el hombre que la guió en el mundo del deporte durante dos décadas no le desea otra cosas que ser feliz. «Me duele que haya tomado esta decisión, pero es lo que ella ha elegido, así que la apoyaré como lo hice durante estos años. Quiero lo mejor para ella en todos los aspectos de la vida. Ahora seremos grandes amigos fuera del tenis».
En su memoria quedará la semana que vivieron en París (2007), cuando su pupila disputó la final de Roland Garros en la categoría juvenil. «Durante esa semana le robaron el termo-bag, se quedó sin raquetas y tuvo que jugar con una raqueta prestada. Aún así, compitió sin poner inconvenientes y estuvo cerca del título», recuerda, haciendo alusión al partido que jugó ante la local Alizé Cornet. «Otro que no voy a olvidar fue en 2010, cuando ganó el Claro Open Colsanitas. Ese era su sueño desde que era pequeña y veía a Fabiola como campeona».
Redacción Match Tenis