OPINIÓN | La noticia saltó esta pasada madrugada pero bien podría haberlo hecho mucho antes. Porque la crisis del Covid-19 y la gestión de la ATP no ha gustado a muchos jugadores. Ahora, Novak Djokovic ha tomado la iniciativa y, junto a Vasek Pospisil y John Isner, ha decidido montar una asociación de jugadores paralela al Consejo de Jugadores ATP que presidía hasta ayer el número uno mundial, según informa The New York Times.
Un número uno, que si bien reconoció sus fallos en la organización del Adria Tour, ahora sale como adalid del cambio. Lo cierto es que, pese a todo ello y a todo lo que conllevó (positivos por Covid-19 incluidos), Djokovic ha sido uno de los tenistas que más ha intentado preservar y canalizar las demandas de los profesionales masculinos, especialmente aquellas relacionadas con las mejoras salariales para los jugadores de menor ranking en torneos del Grand Slam. Incluso, hace tiempo, llegó a ofrecer a los mejores abogados, pagados de su bolsillo, para que negociaran este incremento del Prize money.
Pero el serbio se ha cansado. Y junto a él Pospisil e Isner también han abandonado el Consejo de Jugadores de la ATP hartos de la gestión de Andrea Gaudenzi al frente del máximo organismo rector del tenis masculino. Una ATP, muy vinculada a las federaciones y a los torneos.
Y es que la crisis del Covid-19, si algo ha acentuado, son las diferencias entre unos y otros. Hace tiempo que los intereses de los jugadores y de los organismos competentes van por lados distintos en plena reinvención obligada del tenis, un deporte cuyas estadísticas de federados siguen cayendo en beneplácito del auge imparable del pádel.
Está claro que el tenis sufre, desde hace tiempo, una crisis de ‘Estado’. Los jugadores reclaman, la ATP no reconsidera sus posiciones. Y sumen este deporte en el casos. En la guerra verbal a golpe de ‘tweet’ público y comunicados. Descubren sus cartas a ojos de aficionados que miran con resentimiento e impotencia cómo este bello deporte lastra su imagen y su esencia en favor del negocio.
La ATP debe preservar los intereses de sus jugadores. Debe cuidarlos, especialmente a los de ranking más modesto. Son la parte más fundamental del juego. Debe consultarlos, informarlos de las novedades antes de que se hagan públicas y que no se enteren por Twitter -como sucedió hace unos meses con el cambio de fechas de Roland Garros-, entre otras tantas cosas.
La evolución de este deporte debe ser conjunta y firme desde todas las posiciones y no resquebrajarse en lo que ya es una ‘revolución’ en un alegato por sacar pecho y dar visibilidad a cuestiones que van más allá del juego pero que son tanto o incluso más importantes que los propios resultados.
Los rebeldes, ante la desprotección. Bienvenido el autogobierno. El sindicato -necesario- como en otros deportes profesionales. Nada se dijo del circuito femenino… Players are ready, take your seats quickly!
[author image=»https://pbs.twimg.com/profile_images/947115456313389056/6XbxWQhc_400x400.jpg» ]DAVID SÁNCHEZ: @DASanchez__. Periodista especializado en tenis. Autor del libro ‘Sentir el tenis’. Ha publicado en medios como Forbes, Robb Report, CNN, Sphera Sports o El HuffPost y colaborado con emisoras radiofónicas como Radio MARCA, esRadio, RNE o Radio Internacional.[/author]
