Johana Martínez no había cumplido los 10 años, cuando jugadores como Mauricio Haddad y Miguel Tobón ya se habían convertido en tenistas profesionales y viajaban por el mundo compitiendo en el circuito tenístico. Fueron sus ídolos durante la niñez y lo son aún hoy que tiene 37 años. Sin embargo, durante sus primeros años de vida, los idolatraba pero de alguna manera también los envidiaba; pues, cuando nació, los médicos le diagnosticaron parálisis cerebral motora, trastorno producido por un accidente cerebrovascular que es conocido como hemiplejia.
De acuerdo con la explicación que recibieron Oscar Martínez y Yolanda Vega -los padres-, Johana no iba a estar en la capacidad de asistir a un colegio convencional, ni de realizar muchas de las actividades básicas para un ser humano. Pero el dictamen científico se equivocó con la bogotana que hoy por hoy cuenta con un título profesional en Administración Deportiva de la Universidad Distrital. La segunda de tres hermanas en la familia Martínez Vega, dejó de ser esa niña que tenía a Mauricio Haddad y a Miguel Tobón como ídolos, para convertirse en una jugadora que hoy en día recuerda con alegría las ocasiones en las que entrenó junto a ellos.
Los primeros intentos de Johana por empezar a jugar tenis estuvieron marcados por las negativas de los entrenadores, quienes solían argumentar que su discapacidad motora le impedía desenvolverse normalmente en el juego, además de que sus movimientos dañaban la superficie de las canchas en las que intentaba jugar. El amor de esta colombiana por el deporte siempre ha ido la mano con su intención de apoyar a las personas que, como ella, cuentan con alguna limitación física. Por eso, en el año 2003, Johana se animó a llevar a cabo un proyecto de canotaje enfocado en personas discapacitadas, luego de haber asistido a un campeonato de tenis sobre silla de ruedas organizado la Liga de Tenis de Bogotá, en el que conoció a Fabio Padilla, uno de los jugadores más destacados de la modalidad por esos años. «Lo primero que Fabio me dijo fue que él me había visto caminar y que podía jugar tenis en silla de ruedas, pero que no se atrevía a invitarme por temor a que yo reaccionara de forma negativa ante la propuesta», recuerda.
Fue entonces cuando Johana decidió probar suerte en una modalidad que jamás había considerado en sus 23 años de vida. «Al intentar jugar en la silla, no podía creer como ellos lograban moverla por toda la cancha y además pegarle a la bola», cuenta quien actualmente ostenta un palmarés repleto de éxitos como tenista sobre silla de ruedas. Tan solo 10 días después de haber empezado a practicar formalmente con sus nuevos colegas, recibió la invitación para participar de un torneo nacional en la ciudad de Cali. «Fui solo por mi proyecto de canotaje, porque nunca creí ganar un solo partido allá y menos imaginarme lo significativo que sería ese torneo para el resto de mi vida», confesó la tenista capitalina, que se compró su primera silla con el premio que obtuvo tras haberse coronado campeona del certamen caleño en el singles mixto y también en la modalidad de dobles, junto a Fabio Padilla.
Tal fue la evolución de la deportista cafetera en el mundo del tenis sobre silla de ruedas, que Mark Bullock -Director de Desarrollo de la ITF- la invitó en el año 2005 a entrenar en Holanda durante un mes. Johana aprovechó la oportunidad, participó de varios torneos alrededor del viejo continente e incluso festejó su primer título internacional: el Ossur Open de Holanda. Pero los buenos resultados no la desviaron de su intención de hacer crecer el deporte nacional. «Volví a Colombia muy motivada, en busca de mejores oportunidades y con la intención de involucrar a más jugadores», relata. En julio de ese mismo año, trabajó de la mano con la Federación Colombiana de Tenis y, como parte de su trabajo de grado, coordinó una nueva visita del holandés Bullock a nuestro país, con el objetivo de promover el desarrollo del deporte blanco sobre silla de ruedas alrededor del territorio nacional. Los resultados fueron más que positivos, puesto que de dicha labor surgió María Angélica Bernal, la tenista más destacada de la actualidad.
«Mi meta es seguir trabajando por el tenis en silla de ruedas, así como Carlos Salamanca lo hace ahora desde la Federación. Ya llevo haciéndolo desde hace varios años de forma voluntaria con proyectos de la ITF, pero considero que debe fortalecerse mucho más», explica Johana, que cumplirá 38 años en octubre.
Ya pasaron 15 años desde que cumplió su sueño de jugar al tenis formalmente. En ese lapso, la colombiana ha sido campeona en Argentina, Chile, Australia, Sudáfrica y República Checa, entre otros. Además, se convirtió en la primera suramericana en participar de un Grand Slam (Australian Open, 2008), así como la primera tenista sudamericana en silla de ruedas que clasificó a unos Juegos Paralímpicos (Beijing, 2008). Cuenta con una medalla de oro obtenida en los Juegos Paralímpicos Nacionales (Cali, 2008), una de plata en los Juegos Panamericanos de Guadalajara (2011) y otra de bronce, correspondiente a los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro en 2007.
Sus destacadas actuaciones alrededor del mundo la llevaron a convertirse en la N°21 del mundo a nivel individual. «Ese año de clasificación quedará siempre en mi corazón por las situaciones vividas; ni siquiera la adversidad más grande me detuvo y logré ubicarme entre las mejores 21 del mundo», confiesa emocionada quien también fue 17° a nivel mundial en el doble, al tiempo que hace alusión al diploma paralímpico que consiguió en Londres 2012 junto a Angélica Bernal.
Debido a una cirugía en 2016, se perdió los Juegos Paralímpicos de Río, pero ahora, su próximo gran objetivo es viajar al país del sol naciente. «Mi meta son mis últimos Juegos Paralímpicos en Tokio 2020». Para lograrlo, esta luchadora de 37 años tiene la intención de vincular a las empresas privadas en su carrera profesional para así poder competir en igualdad de condiciones con sus rivales provenientes de otras latitudes; pues, en varias ocasiones ha tenido discusiones con su familia debido a las deudas que adquiere para poder costearse los viajes a los torneos. «Quisiera tener la oportunidad de sacar todo mi potencial deportivo, tener un verdadero ciclo paralímpico que me permita enfocarme en una adecuada preparación, en las competencias y de paso tener una buena silla de ruedas».
Johana asegura que las lesiones, la falta de apoyo y el desconocimiento que hay en Colombia con respecto a esta modalidad del tenis, a veces la desmotivan. Sin embargo, valora su propio recorrido, lo que logró como deportista y sobretodo lo que aprendió como ser humano durante el proceso que ha vivido. «Me llena de felicidad haber cumplido mi sueño y haber abonado un camino para los que seguirán llegando. Mi meta es que el tenis en silla de ruedas en Colombia se maneje al igual que en países como Inglaterra, Holanda, Chile, donde el tenis es solo uno y simplemente está dividido por categorías».
Recientemente coronada como campeona de la Copa Cediul en las modalidades de sencillos femenino y dobles femenino, Johana Martínez Vega, una bogotana que disfruta de montar en bicicleta y se considera admiradora de la naturaleza y sus procesos, ha demostrado a lo largo de su vida que ningún obstáculo es definitivo para aquellos que se empeñan en materializar los sueños. Ya cumplió con su propósito de jugar al tenis como alguna vez lo hicieron Haddad y Tobón; ya obtuvo una infinidad de reconocimientos deportivos por sus méritos como tenista y ahora quiere completar el proyecto que ha venido impulsando a lo largo de su vida: dejarle una estructura sólida a todos los deportistas del país que, al igual que ella, aspiran a superar la barrera de la discapacidad para destacarse en el ámbito del deporte.
[author image=»https://pbs.twimg.com/profile_images/742066367357161472/-CXpz_zc_400x400.jpg» ] Marcelo Becerra Concha (Twitter: @Marcelob11) Bogotano. 23 años. Periodista especializado en deportes. Hincha de River. [/author]