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Novak Djokovic es un impostor

por Andrés Peraza
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OPINIÓN | De repente, algo cambió. Ya no es él. Ya no suma como en 2011. Tampoco como en ese primer tramo de 2016. Ya no es él. Ya, no. El Novak Djokovic que tenemos enfrente en 2018 es un impostor. Es alguien abducido por una mente desnortada que no encuentra salida alguna. Que está hecha cenizas por un dolor que la comprime y la reduce hasta exprimir decisiones a destiempo. La última: mandar a Agassi lejos en una relación en la que «hemos estado de acuerdo en que, de forma frecuente, no estamos de acuerdo». El trabalenguas final, obra del autor de Open, en los micrófonos de ESPN.

Novak Djokovic es un impostor porque sufre, en parte, y a mi juicio, lo que, desde el prisma de la psicología, se denomina ‘síndrome del impostor’, la sensación de estar defraudando y el convencimineto de que algún día alguien se dará cuenta de que no eres tan bueno como se pensaba. Por eso digo lo de «en parte». Porque pese a no ser psicólogo, es evidente que la opinión pública, la presión mediática, la experiencia del éxito del pasado, los reencuentros con sensaciones casi olvidadas, el dolor físico de una lesión en el codo que lo lleva molestando…Son muchas las razones que pesan sobre la cabeza del serbio. Bienvenida la ansiedad. Adiós, rendimiento y resultados.

Y es bien sencillo de explicar. Es imposible rendir cuando tu mente pone el foco en el miedo. Pensar demasiado y analizar todos y cada uno de los porqués, lleva al desasosiego. A la sensación de estar defraudando. Porque ya no eres aquel que ganaba Grand Slams. Ahora caes a las primeras de cambio. ¡Y de qué manera caes!

Las personas exitosas, por regla general, suelen ser las más exigentes consigo mismas. Las que se autoimponen objetivos altos, los consiguen y quieren seguir demostrando, aunque el nuevo entorno no acompañe, que siguen ahí; que nada ha cambiado. Cuando, en realidad, y cegados por su propio desaliento, lo que rodea, bajo su criterio, ya no es igual. Es entonces cuando se vuelven más vulnerables a este síndrome.

La constante inseguridad, el cuestionamiento obcecado en busca de respuestas, las persistentes expectativas de fracaso ante otras situaciones que se habían resuelto con éxito anteriormente o la excesiva presión con los resultados, son claros síntomas de una persona cuyo devenir inmediato es la pérdida de confianza en su juego, en su talento y en su capacidad para revertir esta situación entrando en una espiral de desánimo

¿Qué hacer con todo ello? Ortega y Gasset decía aquello de «sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender» y lo que Djokovic debe hacer es, precisamente eso: comenzar a entender. Explorar la situación actual y valorar su verdadero impacto para generar nuevas posibilidades.

Quizá tema ser juzgado, rechazado -por la opinión pública, en mayor medida- o incluso se enfade consigo mismo -como se le vio en las pistas de Indian Wells y Miami-. Sin embargo, debe encaminar una transformación hacia un nuevo escenario de trabajo para hacer desaparecer esa sensación que le atormenta. Una sensación que se disuelve construyendo, de nuevo, la base de la seguridad personal, dejando que pase el tiempo y obteniendo una mayor experiencia en el campo en el que se desenvuelve, siempre con ánimos y pequeñas felicitaciones, en cada paso a paso, por parte de su entorno más cercano.

[author image=»https://pbs.twimg.com/profile_images/947115456313389056/6XbxWQhc_400x400.jpg» ]DAVID SÁNCHEZ: @DASanchez__. Periodista especializado en tenis. Voleador nato en la red 2.0 y un jugador regular desde fondo histórico. Ágil y con capacidad de adaptación a todo tipo de superficies textuales. Español pero cosmopolita gráfico. He publicado en medios como CNN Chile, Sphera Sports, SportYou o El HuffPost y colaborado con emisoras radiofónicas como Radio MARCA, esRadio, RNE o Radio Internacional.[/author]

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