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¿Por qué la gira de césped ATP y WTA es tan corta? Tres razones clave que explican su duración limitada

Son apenas pocas semanas de duración respecto a lo que sucede con el polvo de ladrillo o el cemento

por Fabian Valeth
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La temporada de torneos sobre césped la estamos viviendo en este momento en el circuito ATP y WTA y, seguramente, muchos saben que tiene muy poco tiempo de duración. Apenas son tres semanas previas a Wimbledon y dos durante el Grand Slam, para así sumar solo cinco semanas en total.

Esta brevedad no es casualidad, sino el resultado de diversos factores históricos, logísticos y técnicos que han modelado el calendario profesional a lo largo de los años. Estas son las tres razones principales:

Clima y mantenimiento: el césped exige condiciones muy específicas

El césped natural es la superficie más delicada del circuito. Su conservación requiere temperaturas moderadas, escasa humedad y precipitaciones controladas, condiciones que solo se dan en regiones muy puntuales, como el Reino Unido o partes del norte de Europa. Además, su mantenimiento implica un alto costo y una logística compleja.

A diferencia de la arcilla o el cemento, que se pueden instalar y conservar en diferentes climas y geografías, el césped limita su viabilidad fuera de estas zonas, lo que hace inviable una expansión significativa de su calendario.

Una herencia reducida por la evolución del calendario

Aunque en el pasado el césped ocupaba un lugar más destacado —el Abierto de Australia, por ejemplo, se jugó sobre esta superficie hasta 1987—, con el paso del tiempo el calendario del tenis profesional se ha adaptado a las nuevas realidades del deporte.

La aparición de torneos en nuevos mercados como Asia y América, así como la consolidación del cemento como superficie predominante, redujeron el espacio dedicado al césped. Actualmente, Wimbledon es el único Grand Slam que se disputa sobre hierba, y la gira previa a este torneo se ha condensado en apenas un mes.

Menor versatilidad y preferencia por otras superficies

Mientras que el cemento y la arcilla pueden instalarse en todo tipo de regiones y climas, el césped presenta muchas más limitaciones. Además, su estilo de juego rápido y resbaladizo favorece a un grupo reducido de jugadores, lo que lo hace menos atractivo tanto para competidores como para organizadores.

Las superficies duras y la arcilla, en cambio, promueven un juego más homogéneo, son más fáciles de mantener y ofrecen mayor seguridad frente a lesiones, lo que se traduce en una mayor rentabilidad y preferencia en el circuito profesional.

Así, entre la fragilidad del césped, la evolución del calendario y las exigencias del mercado, la gira sobre hierba ha quedado confinada a unas pocas semanas, concentradas principalmente en Europa y con Wimbledon como su joya indiscutible.

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