Su semejanza a Federer pudo haberle apartado de tener una carrera más satisfactoria.
Dicen que las comparaciones son odiosas, que no es sano para ninguna persona. En el mundo del tenis hay jugadores que tienen estilos de juego parecidos, ya sea en el saque, drive, revés o en las voleas, pero las similitudes pueden quedarse solo en eso y no pasar a mayores. En el caso puntual de Grigor Dimitrov, que hoy cumple 29 años, una comparación fue su gran fantasma durante mucho tiempo.
Con un talento de sobra, este jugador nacido un día como hoy pero de 1991, ha deslumbrado a los aficionados del tenis en muchos lugares del mundo, desde Londres hasta Acapulco, pasando también por territorio asiático, es decir, en prácticamente todos los sitios en donde ha competido ha llevado pinceladas de su técnica exquisita, la cual si bien le ha servido para abrirse un espacio entre los mejores tenistas del mundo, también le trajo un apodo difícil de sobrellevar: “Baby Federer”.
¿Ese apodo le destruyó su carrera? No se puede asegurar que el hecho de ser comparado con el suizo Roger Federer haya sido un determinante para las decepciones que vinieron en su carrera, pero lo que si se pudo comprobar a lo largo del tiempo, es que al búlgaro nunca le gustó dicha situación. “Al principio estuvo bien (el sobrenombre), pero después no me gustó, me molestaba. “¿Por qué a un niño ponerle más presión y tanta expectativa de compararlo con probablemente el mejor jugador de todos los tiempos? Y es irrelevante, no son ni siquiera las mismas categorías, cuando tenía 17, 18 años estaba bien, pero después no“, expresó Dimitrov al diario mexicano Récord.
Si nos fijamos en los números, el actual número diecinueve del ranking queda muy lejos de lo que ha conseguido la leyenda de Basilea, puesto que Roger se ha coronado en 103 campeonatos, mientras que el cumpleañero lo ha hecho en sólo ocho eventos ATP. El aspecto mental sin duda ha sido un factor desequilibrante en separar las carreras de uno y otro, porque por un lado Federer tiene una mentalidad privilegiada y destinada al éxito, mientras que la cabeza del búlgaro ha sido más débil, lo cual se ha podido observar en las múltiples “pataletas” que ha protagonizado en las canchas.
El mejor año en la trayectoria del nacido en Haskovo fue el 2017, principalmente porque ganó los dos títulos más importantes de su carrera, el Masters 1000 de Cincinnati y la Copa de Maestros. Aparte de eso, en ese año ganó dos torneos más y llegó a ocupar la tercera posición del ranking mundial.
Lo demás es historia, no pudo mantener ese nivel durante un período prolongado de tiempo, y los fantasmas de la época “Baby Federer” siguieron apareciendo en ciertos momentos para que no fuera más exitoso. De cualquier manera, está entre los 20 mejores jugadores del momento y le quedan varios años para conseguir más objetivos.
[author title=”Andrés Matallana Avella: ” image=”https://pbs.twimg.com/profile_images/666041598975852544/hSbddU6p_400x400.jpg”]Twitter @Andresf0724. Apasionado por el tenis. Disfruto del deporte blanco dentro y fuera de la cancha[/author]
