Recuerdo hace más de un año, cuando Roger Federer perdía de manera increíble en segunda ronda de Wimbledon, que inmediatamente todas las personas del ámbito tenístico (a excepción de sus fanáticos) pensaban lo mismo, “se acerca el final de Federer”. Y no tenían por que dudar, pues se veía a un Roger diferente, con problemas en su movilidad, que buscaba acortar los puntos, y con problemas en la espalda, que hacían creer que de su carrera en lo mas alto no quedaría más.
Pero esto no quedo solo en ese fatídico partido, pues Roger no se iba a dejar vencer, y ahí empezó una nueva etapa, agrego torneos a su calendario que no eran habituales, empezó a subir con mas frecuencia a la malla buscando cerrar los puntos y hasta cambio su mítica raqueta con la formo su leyenda. Pero esto solo generó más dudas pues los resultados no se dieron y las cosas no mejoraron, y a pesar de que cambiar de raqueta en la antesala de un torneo que se juega sobre la altura como lo es Gstaad y mas aun en la mitad de la temporada, no es lo más correcto, esto no pasaba por la cabeza de Roger, quien en ese momento solo quería recuperar el sendero de la victoria.
Todo esto lo condujo a la gira previa al US Open, y más concretamente al Masters 1000 de Cincinnati, donde las dudas volvieron en torno a su raqueta, retornando a la mítica Pro Staff y con evidentes problemas en su movilidad se convirtió en un jugador que como los grandes sacadores dependía de su servicio y eso en el gran maestro que siempre fue dominante en la totalidad de su juego y en las circunstancias que fuera no quedaba bien, siguió la parte final de su temporada con altibajos, volviendo a las instancias finales de un torneo en su natal Basilea y mostrando buenas presentaciones tanto en París como en el Masters, pero de todos modos veíamos a un jugador diferente, sin confianza en su juego y que perdió la seguridad en ciertos golpes.
Así finalizo su temporada, con solo un titulo, un con un registro de 45-17 y como el numero 6 del mundo, algo muy malo para lo que nos tenía acostumbrados, pero no todo en esa temporada iba a se malo, pues tras romper su relación laboral con Paul Annacone, contrató a Stefan Edberg como coach con el fin de realzar su juego, además, dedicó el resto del año al entrenamiento y a reanudar la novela con la nueva raqueta.
Inicia el 2014, y en Brisbane Federer quiere probar sus dos nuevas adquisiciones, Edberg y una nueva raqueta de aro 98 por la cual se decidió; se le ve solido, con ciertas inquietudes en algunas ocasiones, pero con mejoras en su movilidad, finaliza el torneo perdiendo en la final ante Hewitt, pero con la confianza de llegar bien y sin problemas de espalda a Australia.
Hace un buen torneo llega a la semifinal con solo un Set perdido en la ronda anterior ante Murray, sucumbe ante Nadal, algo que ni en ese entonces, ni hace 5 años seria raro, pues ya sabemos los problemas que trae el juego del español a Federer, pero se lo ve bien en todo sentido recobrando la solidez mental que trae un buen torneo. Continúa su temporada con buenos resultados, volviendo a ser protagonista del circuito, pero faltándole mano firme en las instancias finales, es así como llega a Wimbledon, a su casa de campo, con 1 título, y como serio candidato a llevarse su octava corona, ya se evidencia el efecto Edberg y el de la raqueta más grande. Se ve mucho mejor físicamente y como una aplanadora, llega en un parpadeo al segundo domingo en la catedral.
Su rival es Novak Djokovic, a quien hace casi dos años había vencido en el verde césped de la catedral, lo único que se de ese partido, es que fue emocionante en toda la expresión de la palabra llevándolo Roger a un quinto set, donde finalmente sucumbió, ante la solidez y la juventud de Djokovic. Pero ese día hubo dos campeones Djokovic levantando su segunda corona en el All England y Federer, quien sin pena ni gloria, demostró que no se ha ido, que aún esta presente y tiene ganas de triunfar, y aunque como el dice: “Se que no me quedan 10 Wimbledon por delante” lo que nosotros sabemos es que lo podemos seguir disfrutando y que aunque gane o no otro Grand Slam con cada partido que juega se escribe un libro sobre como jugar lindo al tenis.
Nadie sabe cuantas vidas le quedaran e incluso el tampoco, pero ya sean una o dos, su técnica perfecta y calidad humana que enamoró millones de personas alrededor del mundo siempre estará presente, y algún día le podremos contar a las futuras generaciones, que vimos, vivimos y sentimos a probablemente el mejor tenista de la historia.
[author ]Alvaro Hernández: Twiter: @ashg98. Soy un joven que en mis pocos años de vida aprendí a vivir y sentir el deporte.[/author]