Inicio Copa Davis Una Copa Davis que, a pesar de todo, sigue teniendo mística

Una Copa Davis que, a pesar de todo, sigue teniendo mística

por Fabian Valeth
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Esta fue la segunda temporada que la Copa Davis se jugó con el formato de las Finales.

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La llegada de las Finales de la Copa Davis trajo consigo, al unísono, una frase que se ha repetido incesablemente desde 2018: “La Copa Davis ha muerto”. Es una frase casi bandera para aquellos que no concuerdan con el actual formato, una que se ve casi en todas las publicaciones del torneo y que parece va a seguir estando presente durante los próximos años.

Sin embargo, pienso que aquella frase, aunque válida porque soy amante del viejo formato, empieza a volverse solo un grito casi que desesperado de personas que no son capaces de adaptarse al cambio. O un punto de vista muy personal, una frase que intenta frustrar el hecho de que el propio país no esté en esa instancia.

Y esto lo pienso por el hecho de que si el país de uno está en las Finales, la pasión está ahí presente. Porque a pesar del cambio, ver competir al equipo nacional en la Copa Davis provoca esas sensaciones indescriptibles que solo da este torneo. Muchos colombianos podrían dar fe de ello y lo especial, frenético y apasionado que fue ver los partidos de Nicolás Mejía, los de Daniel Galán o el dobles de Juan Sebastián Cabal y Robert Farah ante Italia.

Que sí, el anterior formato era mágico e inigualable, pero el cambio no se ha hecho por un simple capricho: obedeció a una problemática que estaba viviendo el torneo y era la poca presencia de los mejores jugadores en cada una de las eliminatorias, ya que muchos tenían que reservar, por lo menos, cuatro semanas de su calendario para disputar la Copa Davis. Para muchos una locura.

Tal vez a las Finales le hace faltar aceitar un montón de ajustes: el calendario, el formato de juego, el buscar la forma de que los escenarios estén llenos cuando el que juega no es el país local pero, a pesar de eso, la mística sigue presente aunque sea en menores cantidades.

Hemos visto a un Borna Gojo, fuera de los mejores 200 del mundo, poner sobre sus hombros la responsabilidad de los sencillos para Croacia que, de hecho, ha sido una de las razones por las que su país llegó a la final. O la lucha que le ha imprimido Nicolás Mejía que lo ha tenido cerca de dar grandes batacazos. Incluso, ha habido eliminatorias de infarto que se han tenido que definir en el dobles y le han dado al torneo un toque más que especial.

Siento que la magia y la mística de la Davis sigue ahí, y que tomando buenas decisiones para su futuro puede lograr que la llama siga encendida.

Por: Fabián Valeth Orozco

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