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Una corazonada con sabor a gloria

por Marcelo Barrera
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La leyenda del tenis ecuatoriano contó detalles de su consagración en Roland Garros durante la más reciente edición de Charla con Match.

Cuando Andrés Gómez conectó esa derecha paralela con la que selló su triunfo sobre Andre Agassi en la final de Roland Garros, se hizo realidad un pálpito que había brotado de su interior unos meses atrás, muy lejos de París.

Hoy se conmemoran 30 años de la segunda consagración de un jugador suramericano en torneos de Grand Slam, la segunda en el major francés -después de lo hecho por Guillermo Vilas en 1977-, y la primera en la historia de Ecuador. Sin duda, aquel 10 de junio de 1990 hace parte de la historia grande del tenis del continente, pero para entender cómo se gestó este título hay que retroceder hasta finales de 1989.

«Cuando eres un chico, los Grand Slams los ganas varias veces en tus sueños. Lo soñaba, a pesar de que en mis inicios solo me enteraba de ese tipo de torneos por historias de personas que habían viajado o a través de revistas que llegaban con dos o tres meses de retraso (…) Pero hay ocasiones en las que sí sientes que las cosas se pueden dar».

Las buenas sensaciones y la confianza que rodeaban a Gómez habían empezado a tomar forma en la recta final de la temporada 1989, cuando se encontraba compitiendo en Tokio junto a su viejo amigo -y compañero de dobles en aquel torneo- Ivan Lendl. «Estábamos cenando junto a nuestras esposas, era una noche cualquiera e Ivan me dijo que no jugaría la gira de tierra del próximo año. ‘Quiero prepararme bien para el césped, quiero ganar Wimbledon‘, recuerdo que me explicó», relató el ecuatoriano en Charla con Match.

Gómez y Lendl se reencontraron en el inicio de la nueva temporada, pero cuando aparecieron los torneos de arcilla en el calendario, el estadounidense de origen checo desapareció del circuito. Brilló por su ausencia en Estoril, Barcelona, Montecarlo, Roma y Hamburgo, confirmando lo que había expresado siete meses atrás en Japón ¿Roland Garros? Tampoco contaría con su presencia, por supuesto.

«Cuando llegamos a París, miré el cuadro y no estaba ninguno de los que me había ganado en años previos; Ivan (Lendl) por lo que ya conocemos, (Bjorn) Borg ya se había retirado y José Higueras, que me había eliminado en mis primeros torneos, tampoco estaba; el único rival de gran peligro para mi ese año era el francés Henri Leconte, que podía ganarse el torneo sin problemas. En cambio, ante los demás sentía que podía competir de igual a igual», sostuvo.

Al no ver a ninguno de sus grandes verdugos en el camino, el oriundo de Guayaquil se topó ante un panorama de ‘es ahora o nunca’ respecto a la oportunidad de brillar en la Ciudad Luz. «Yo siempre competía con la confianza de obtener grandes logros. Pero cuando la gente que está habitualmente en el circuito, la que te ve jugar constantemente percibe que realmente puedes conseguir un título tan importante, y te dicen que puede ser tu año, eso refuerza tu confianza«.

Fue tal la confianza durante esas dos semanas que tan solo cedió dos sets en su camino hacia la consagración de aquel domingo en la Philippe Chatrier. Solo Alexander Volkov -en octavos de final- y Andre Agassi -en el partido por el título- le arrebataron sets a un Gómez que confesó sentirse aliviado tras inscribir su nombre en la lista de campeones del Torneo de Los Mosqueteros.

«Es una alegría enorme, pero también un alivio. Cuando llevas varios años en el máximo nivel, cuando has ganado dos veces en Roma, también en Barcelona y muchos otros torneos, empiezan las preguntas de la gente: ‘¿Y el GS para cuándo?‘ Porque es la naturaleza de la gente, es normal, pero sin duda te carga de presión y cuando por fin se da es un alivio», admitió.

«Estuve saltando como loco, festejé, disfruté de haber recibido el trofeo de dos de los históricos ‘Mosqueteros’, pero en el camerino es donde se siente una paz increíble. Ya no hay nadie, es el último día y todos se han ido. Pero luego piensas: ‘¿Y mañana qué hago?‘ Comienza todo de nuevo (…) Por eso, lo que ha hecho Nadal ha desvirtuado todo, especialmente en Roland Garros. Muchos creen que solo es llegar a jugar y listo, pero por algo es que él se tira a la tierra en cada final, porque sabe lo que le ha costado llegar hasta allá y ganar».

Hoy, tres décadas después de inmortalizarse en la historia del tenis suramericano, ‘Gogo’ Gómez valora aún más lo conseguido en París y se entusiasma con ver a más jugadores nacidos en esta parte del mundo levantando trofeos de Grand Slam. «Tengo claro lo que conseguí, por eso sé cuán importante es mostrárselo como algo alcanzable a los más jóvenes, para que gocen de esa cuota de ilusión. No habría nada más lindo que tener a otro ecuatoriano o a otro suramericano ganando un Grand Slam y celebrarlo con Guillermo (Vilas), con ‘Guga’ (Gustavo) Kuerten, con Gastón (Gaudio) y con (Juan Martín) Del Potro.

Revive la charla completa junto al histórico Andrés Gómez:

[author image=»https://pbs.twimg.com/profile_images/1122365846247096320/gFoXr9nB_400x400.jpg» ]Marcelo Becerra Concha (@Marcelob11) Disfruto conociendo el mundo del deporte desde adentro. Bogotá.[/author]

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