Rafael Nadal volvió a ser Rafael Nadal. Muestras como la de esta madrugada ante Grigor Dimitrov (6-3, 5-7, 7-6, 6-7, 6-4) en las semifinales del Abierto de Australia dejan claro que el ‘matador’ está de vuelta. Qué todos esos fracasos con los que convivió en años anteriores le han servido para llegar a ser lo que es hoy y por eso el planeta tenis puede sonreír, porque uno de sus hijos pródigos ha renacido de las cenizas.
Foto: Cameron Spencer/Getty Images AsiaPac
Fueron cuatro horas y 56 minutos de un tenis exhorbitante, donde Nadal como Dimitrov, con su ADN impregnado en el corazón, nos recordaron lo hermoso que es este deporte y porqué es considerado una disciplina de caballeros. De un lado, el amor por la camiseta, la pasión, la garra y la constante lucha; del otro, el talento, la elegancia, el porte y la clase; al final triunfó el corazón ese mismo que nos lleva a lugares inimaginables.
El encuentro fue una montaña rusa de emociones. Dicen que el que pega primero pega dos veces y en este caso se cumplió a cabalidad esa frase. Rafael Nadal desde el inicio del partido sacó a relucir las insaciables ganas de arribar a la final y aunque pasó apuros en las primeras de cambio, supo aguantar el marcador y sentar una puñalada a su rival durante mediados del primer set para tomar una ligera ventaja (6-3).
Dimitrov en lugar de sentirse pequeño por estar abajo en el marcador, mostró que ya no es solo el ‘niño talentoso’, sino que ha añadido a su juego otros valores que lo hacen un jugador de primer nivel. Durante la segunda manga se mostró mejor, atacó la pelota del balear y se montó en la línea de fondo. Sus pies parecían imanes al límite vertical de la cancha y fue así como logró igualar el marcador justo antes de llegar al tiebreak (7-5).
Con el encuentro igualado a un set por lado, el tercer parcial se tornaba importantísimo, pues en esta clase de partidos, la más mínima ventaja podría ser definitiva. El Nadal del primer set y el Dimitrov del segundo parcial, aparecieron en escena y nos regalaron una manga de admirar. Las diferencias fueron muy pequeñas y el tiebreak por poco hace colapsar el Rod Laver Arena. Allí se impuso el corazón de Nadal, que supo manejar los momentos de tensión para volver a tomar la delantera.
Los que conocemos a Dimitrov, esperábamos que se saliera de foco y que bajara los brazos después de un gran torneo. Sin embargo, la versión 2.0 o 2017 del búlgaro nos dejó claro que ese es un tema olvidado. Aguantó en varios apartes del parcial a Rafael Nadal y supo encaminar el juego a otro tiebreak. Allí nos recordó que hasta la jornada de hoy porque era el único invicto de 2017 (10 victorias) y le puso puntos suspensivos a la definición del encuentro.
Llegó el quinto set y con este el nerviosismo. Después de más de cuatro horas de partido, ambos se mostraron vulnerables. Con el servicio dejaron dudas pero nadie fue capaz de capitalizarlas. Nadal estuvo al borde de la cornisa sobre la mitad del parcial pero logró salir de ese apuro y se fortaleció. Quebró el saque al de Haskovo y terminó celebrando sobre el suelo de la Rod Laver Arena una victoria que lo depositó en su 21º final de Grand Slam y que lo dejará frente a otra leyenda de la historia de este deporte, Roger Federer.
Rafael Nadal con su pase a la final del primer Grand Slam del año, nos recordó este viernes que en la vida no hay imposibles. Qué si trabajas por lo que quieres lo puedes conseguir. Que la clave de la vida está en persistir; y que por más de que hayas fallado, lo ideal es no rendirte. Sí cumples esas premisas, tarde que temprano llegará lo que siempre has buscado. Hoy en Melbourne Park, el corazón de Nadal volvió a imponerse.
[author image=”https://pbs.twimg.com/profile_images/624815401361346560/g6HAHEGJ.jpg” ]ANDRÉS VARGAS PERAZA: @andresvarperaza. Periodista especializado en tenis. Exjugador de tenis con puntuación ITF. Miro el deporte desde una perspectiva diferente. Estuve en el lugar del deportista, ahora del periodista. Director y editor del portal www.matchtenis.com.[/author]
