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El salvavidas de Eduardo Mesa

por Andrés Peraza
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El colombiano de 27 años se despidió en la clasificación del torneo profesional de Bucaramanga.

Para muchos jóvenes tenistas colombianos, los torneos profesionales son oportunidades de oro para empezar a foguearse al más alto nivel y medir su potencial. Pero este no es el caso de Eduardo Mesa, quién viajó a Bucaramanga para disputar el  ITF de esta ciudad con una sola intención: disfrutar. «No pierdo nada estando aquí. Juego este tipo de eventos porque me encanta esta vaina».

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A sus 27 años, el tolimense no sueña con ser numero uno del mundo pero goza de su estadía en una cancha de tenis, como si fuese el mejor de todos. «Es mi felicidad», afirma. Y como no serlo, si fue el tenis el que encarrilló su vida. «Vengo del campo. Cuando tenía siete años llegamos a Bogotá sin absolutamente nada, entonces tuve que empezar a trabajar y a estudiar al mismo tiempo».

Siendo recoge pelotas encontró la manera de tener un sustento diario con el que ayudaba a su familia pero el ámbito en el que se desenvolvió en ese entonces, lo fue llevando a un pozo sin salida. «Tenía 16 años y en ese tiempo solo pensaba en gastarme toda la plata que me ganaba. Fui un pelado de Barrio y lastimosamente me metí en cosas que no debía hacer», recuerda sentado sobre una de las gradas del Club Campestre de Bucaramanga.

«No me importaba nada. Me gustaba más la plata que recoger pelotas. Llevaba una vida poco sana y la verdad no encontraba salida al momento que estaba viviendo», añade este joven, que por ese entonces tenía apenas 18 años y su corta vida ya había corrido peligro por culpa de problemas y peleas.

Pero las situaciones hacen reaccionar a las personas y una botella en la cara, que le dejó una gran cicatriz, fue el punto de partida para empezar una nueva vida y buscar esas segundas oportunidades que cada vez son más escasas. «Me salí esa vida por mi mamá. Ella es el motor de todo y en realidad la hacía sufrir mucho. Quería empezar de nuevo. Volver a trabajar».

Una fábrica que ensamblaba radiadores fue el primer trabajo que tuvo Eduardo, luego de salir de la situación en la que estuvo hundido durante casi seis años, pero nuevamente, el tenis, ese deporte con el que recogió sus primeros ingresos, lo llamó a sus filas. «Un profesor me llamó y me dijo que necesitaba alguien que jugara bien y yo medio lo hacía -comenta entre risas-, pero la verdad no tenía idea de cómo enseñar este deporte. El caso fue que pasé la prueba del entrenador Coronado y aprendí muchas cosas».

«Tuve que cambiar el vocabulario, la forma de expresarme e incluso le dije al profesor que si no me creía ser capaz de ser un entrenador, me dejara de caddie«, guarda en su memoria el hoy entrenador de la Academia Coronado, ubicada en el norte de Bogotá. «Al principio no me creía lo que estaba pasando pero ahora todo es muy bonito. El tenis me cambió la vida y mi entorno».

Con el deporte en su sangre, este enamorado de la competencia y de la preparación, pudo pasar la prueba más dura que le dio la vida. «El tenis me ayudó a estar en paz conmigo, con mi familia y con el mundo«. Y entendió que es de valientes no rendirse, y que aunque no tenga nada, las ganas son lo más importante para salir adelante.

Esta es la historia de Eduardo Mesa, el jugador-entrenador que recogió sus maletas y  tomó un bus para regresar a casa, donde lo espera su otra gran motivación, su esposa.

[author image=»ZyWDOQfI_400x400.jpg» ]ANDRÉS VARGAS PERAZA: @andresvarperaza. Periodista especializado en tenis. Exjugador de tenis con puntuación ITF. Miro el deporte desde una perspectiva diferente. Estuve en el lugar del deportista, ahora del periodista. Director y editor del portal www.matchtenis.com.[/author]

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