Roger lo volvió a hacer. Se convirtió en el Emperador del penúltimo Masters 1000 del año (por 2° vez) tras superar a su amigo, a su rival de mil batallas -38 exactamente- en una hora y 12 minutos del más excelso tenis que el deporte blanco le puede ofrecer a sus fanáticos. Fue 6-4 y 6-3 para el ahora campeón de 27 títulos M1000, que además se convirtió en el segundo tenista más laureado de la historia, igualando a Ivan Lendl con 94 trofeos.
El helvético consiguió algo inédito al imponerse por quinta ocasión consecutiva ante Nadal.
El N°2 de la actualidad saltó a la cancha respaldado por la confianza de haber encontrado, por fin, la manera de jugarle a su némesis. Los cuatro partidos previos daban fe de ello. El 2017 quedará marcado como el año en el que Federer aprendió a lastimar a Nadal dentro del rectángulo.
La lluvia obligó a que la final se jugara bajo techo; entonces la pista se puso más rápida de lo habitual, Federer entendió que debía ser agresivo desde la primera pelota y el primer game del partido se cerró con un quiebre a su favor. Enfocado, ágil y convencido de su plan de juego, el suizo se aprovechó del desgaste físico de Rafa y lo obligó a desplazarse continuamente. Entendió que el mejor remedio para evitar esa zurda que tanto daño le había hecho en años anteriores era atacar y atacar para no permitirle a Nadal que tomara las riendas del partido. Y así lo hizo. Buscó puntos cortos, tiró derechas y reveses paralelos y subió a la red constantemente para neutralizar la potencia del que tenía enfrente.
“Me he sentido muy bien a lo largo de toda la semana, creo que he restado muy bien, lo único que he hecho mejor que el resto ha sido el saque”, aseguró el campeón, que no le dio ni una sola chance de quiebre al mallorquín. El 83% de efectividad y los diez aces que sumó al final del partido son la muestra de lo que dijo ante los micrófonos. Hoy superó incluso en ese ítem al N°1 del mundo, que en estas semanas ha dejado ver la mejor versión de su carrera cuando va al servicio.
Una de las claves del triunfo del N°2 estuvo en repetir lo que ha hecho en cada uno de los enfrentamientos de este año: atacar la pelota de Rafa y pararse sobre la línea de fondo para responder con un golpe profundo y muy rápido. Hoy volvió a utilizar esa estrategia y el español sufrió muchísimo, sobre todo cuando no podía meter el primer saque; con su segundo saque sólo pudo conseguir el 50% de los puntos que disputó. Estuvo corto de piernas y por eso sacó golpes con los que no se sentía del todo cómodo.
Federer se acordó de los partidos en París, se inspiró en las palizas que le daba Nadal en la tierra batida de Roland Garros y optó por la misma estrategia: aplastar a su rival. Lejos de cambiar el modo de juego y la intensidad de sus golpes, el jugador con mayor cantidad de partidos ganados en la historia de los M1000 pisó aún más el acelerador y siguió consiguiendo quiebres a través de su impecable revés. El sistema de juego anti Nadal salió a la perfección, una vez más.
La racha de 16 victorias al hilo se cortó por culpa de Federer. Por su altísimo nivel, no por incapacidad del nacido en Manacor. “Roger ha jugado muy bien, muy rápido en todo momento. Está claro que habría podido hacer ciertas cosas mejor, no ha sido mi mejor partido, pero es que él ha jugado realmente bien. Ha sacado increíble y también ha restado de manera fabulosa. Cuando el rival juega mejor que tú en tantos aspectos del juego se hace muy difícil hacerle frente y pasan estas cosas”, comentó el dueño de 6 títulos esta temporada, siempre haciendo gala de su espíritu deportivo.
Por primera vez en el historial entre ambos, Federer le ganó cinco partidos consecutivos a Nadal. Cuatro fueron en partidos para definir un título y tres de ellos fueron este año: Australia, Miami y ahora Shanghái. Es la primera vez que gana 3 torneos M1000 en un mismo año desde 2012. Además, es la octava temporada en la que levanta 6 títulos. Su récord data de 2006, cuando ganó 12 trofeos.
“Han sido las mejores sensaciones que tengo desde que gané Wimbledon. En Montreal fue todo demasiado rápido y luego con los problemas de espalda fue duro jugar en ciertos momentos. Después del US Open me cogí una semana entera de desconexión, estuve quedando con algunos amigos y pasé mucho tiempo con la familia y los niños. Luego en la Laver Cup en seguida noté que estaba mejor”, confesó el helvético.
Ojalá que la recta final de la temporada nos regale otro clásico, pero en caso de que no sea así, gracias a estos dos monstruos por habernos regalado cuatro capítulos más de la inolvidable rivalidad que forjaron juntos.
[author image=»https://pbs.twimg.com/profile_images/742066367357161472/-CXpz_zc_400x400.jpg» ]Marcelo Becerra Concha (Twitter: @Marcelob11) Nací en Bogotá, tengo 22 años, soy estudiante de Comunicación Social y Periodismo en la Universidad de La Sabana. Fanático del fútbol argentino y el tenis[/author]
