Inicio ATP «Si te acompaña, no necesitas visa en su país», la historia de Nduka Odizor, el tenista más grande de Nigeria

«Si te acompaña, no necesitas visa en su país», la historia de Nduka Odizor, el tenista más grande de Nigeria

por Fabian Valeth
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El africano ganó un trofeo ATP y estuvo presente en los Juegos Olímpicos de 1988. 

Muchos pensarán que tenis y Nigeria no podrían ir en una misma frase, y a veces creemos eso de muchos países africanos. Sin embargo, la historia de este continente y este deporte está más unida de lo que muchos imaginarían. Obviamente, con menos frecuencia que en otros lados.

Por ejemplo, en Nigeria, el tenista más representativo es Nduka Odizor, pero también estuvo Tony Mmoh (sí, el papá de Michael Mmoh que juega por Estados Unidos) quien llegó a ser 105 del mundo, disputó los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 y alcanzó la segunda ronda en Australia y US Open.

Sin embargo, quien aún tiene las mejores marcas del tenis nigeriano es Odizor: logró ser el #52 del mundo en sencillos y #20 en dobles, jugó los Olímpicos, ¡ganó un título ATP! y llegó a los octavos de final en Wimbledon 1983.

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Odizor estuvo ligado al tenis desde pequeño. Trabajó como recogepelotas en el Ikoyi Tennis Club, en Lagos, un club que solo aceptaba como miembros a europeos expatriados y luego se abrió a los nigerianos. Nduka necesitaba ayudar con los gastos de su familia y esta era una entrada.

De hecho, asistió a una clínica de tenis que se organizó en la capital nigeriana en 1970 con las estrellas del momento Arthur Ashe y Stan Smith. Allí, el pequeño Nduka, con solo 12 años, llegó con una tabla tallada en forma de raqueta a partir de una mesa rota.

Pero todo cambió para él cuando tenía 15 años y conoció a un profesor estadounidense de la Universidad de Houston. Era Robert Wren, quien estaba de intercambio en la Universidad de Lagos.

Un día, Wren quiso entrenar en el Club y fue desairado por los miembros, pero encontró a Odizor para pelotear. Inmediatamente vio sus condiciones y más tarde decidió pagarle el viaje a una escuela privada en Texas. La vida para Nduka cambió tanto que pudo ingresar a la universidad y se tituló en marketing, además, fue el deportista del año de su universidad en 1981.

Cuando entró de lleno al profesionalismo, Odizor solo necesitó de su cuarto torneo para alcanzar sus primeros cuartos de final ATP (en El Cairo 1982) y un par de meses después ya estaba disputando Wimbledon. En su noveno torneo (Newport 1982) llegó a semifinales.

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Nduka Odizor en su participación en Wimbledon 1983.

Su mejor resultado en un Grand Slam fue en 1983 cuando llegó a los octavos de final de Wimbledon, torneo donde dio la sorpresa en primera ronda al vencer a Guillermo Vilas, luego de haber estado 0-2 en sets y haber salvado un match point.

«Antes de salir a la cancha pensé que estaría nervioso, pero sorprendentemente cuando empecé a jugar no lo estaba«, comentaba tras esa hazaña. Aquel 1983 además sería el más especial para él ya que ganó su único trofeo ATP: lo hizo en Taipéi venciendo a los preclasificados #1, #2 y #7 en el camino.

Nduka Odizor obviamente adquirió muchísima fama en su país por todo lo que logró en el tenis (se retiró en 1992 a los 34 años), tanto así que periodistas locales afirmaban que no necesitaba hacer los controles migratorios porque los oficiales le hacían señas para que se saltara la fila. Incluso, recalcaban que si alguien viajaba a Nigeria con Odizor no necesitaba un visado: con que te vieran con él era suficiente para pasar el control. «Eso es algo que ni Becker ni McEnroe podrían hacer por ti en sus países».

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Después de su retiro, aquel título en marketing y negocios le sirvió muchísimo a Odizor porque creó una empresa llamada ‘Swift Construction Company’. Fue el encargado de construir 3000 casas en Namibia usando una tecnología que reducía los costos en un 90%. También ha trabajado con la fundación ‘Tennis for Africa’ porque su objetivo es aportar para que los africanos sean profesionales y, si logran hacerlo en el tenis, impulsarlos a que sean internacionales.

Ahora Odizor vive en Estados Unidos porque la fama parece que llega a hastiar. “Es agradable vivir aquí porque muchas veces es bueno no ser tan reconocido ni molestado”, comentó Odizor cuando tomó la decisión de cambiar de residencia. Pero eso no significó que se olvidó de sus raíces: desde allí sigue con su ayuda para fabricar casas para los africanos menos favorecidos, e incluso, se le puede contactar por Linkedin si quieres unirte a la causa.

Por: Fabián Valeth Orozco

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