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El partido de mi vida

por Andrés Peraza
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  • Partido: Un tenista vs. el Covid-19
  • Lugar: Estadio Mundial
  • Audiencia: 7 Billones

No sé cómo empezar a contarles la historia de este increíble partido, de pronto el más difícil e importante de mi vida por las características del rival. No tenía idea de dónde venía, no sabía a ciencia cierta cómo se había formado e ignoraba cuáles eran sus mejores golpes y debilidades. Lo que sabía es que se fue metiendo poco a poco desde la clasificación pasando al cuadro principal, venciendo a cuanto rival se le pasaba por el frente hasta llegar a la final para enfrentarse conmigo.

Para entonces, ya todo el mundo hablaba de Covid-19; decían que era un rival asiático, eso significaba que era un jugador rápido y consistente y además, a pesar de jugar desde la línea de fondo, le gustaba atacar por sorpresa, lo que lo hacía mucho más peligroso.

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Muchos me decían que se había ganado una ‘corona’ en algún lugar del mundo y que no me acercara a más de dos metros de él porqué podría acabar mal. ¿Cómo enfrentar un partido de esas características? Eso era lo que nos preguntábamos mi entrenador y yo. Pues no es lo mismo jugar contra Roger, Rafa o Novak a los cuales ya había enfrentado muchas veces, y vencido algunas también, que ante un rival como el Covid-19 nuevo, desconocido y lleno de confianza por sus recientes triunfos.

Según mi entrenador, era importante en esos momentos, preocuparme solo por las cosas que podía controlar: La intensidad de mis entrenamientos, una buena nutrición y llegar con la máxima energía posible, ya que me esperaba un partido extenuante que podría llegar a durar 14 días o más, la verdad no se sabía.  Era clave entrar a la cancha, con la confianza en mis capacidades, trabajar los puntos con paciencia y crear oportunidades para ganar cada punto sobre todo los más importantes. Sabía que perdería algunos puntos pero estaba dispuesto a aprender de la experiencia y corregir en los siguientes. La recomendación de mi médico fue usar un guante especial y una mascarilla para el momento del sorteo, lo cual me pareció extraño pero decidí seguir sus consejos sin preguntar.

En la mañana del partido, después de un buen desayuno y un calentamiento nos dirigimos al Estadio Mundial para la gran final. Ya cerca al estadio se escuchaba el rugido de la gente, lo que me hizo pensar que estaría lleno pero que sorpresa me lleve cuando al salir a la cancha me encontré con el escenario vacío. El ruido provenía de unos pequeños parlantes ubicados en las graderías. Cada parlante representaba a algún país con su bandera y el aliento llegaba en un sinnúmero de idiomas, la energía era electrizante y eso me motivó aun más, y me hizo sentir como en casa. En la silla principal había un monitor con la imagen del juez principal y un sistema electrónico controlaría las líneas. En esos instantes éramos el Covid-19 y yo solos en ese inmenso estadio listos para jugar la final. Gané el sorteo y elegí sacar.

El primer set fue de dominio total del Covid-19, pues me sorprendió con su velocidad y los efectos que ponía a la pelota nunca antes vistos por mí. Yo lucía indefenso pero siempre pensando en que era importante tener paciencia y aguantar, ya que era un partido largo y se iban a presentar oportunidades para poder competir contra ese monstruo. De todos modos por cada punto que ganaba yo, el Covid-19 ganaba cuatro y así se quedó con el primer set 0-6.

En el descanso, entre el primer y segundo set me puse a pensar que en realidad había perdido solo el primer set, y en el segundo empezamos ambos de cero. Me cambié la camiseta y salí como nuevo para el segundo. Poco a poco me fui metiendo en el partido haciendo algunos ajustes en la táctica, como mantenerlo alejado de la red y mejorar mi posición en la cancha. La clave estaba en buscar formas de ganar tiempo entre golpe y golpe, tener paciencia y atacarlo en los momentos justos y así fui ganando terreno y me quedé con el segundo set 6-4.

La explosión de alegría del público que observaba el partido desde su casa por TV, no se hizo esperar. Los parlantes en el estadio vibraban hasta más no poder. ¡Había esperanza!

Después de una intensa lucha y entrega total de parte de los dos, llegábamos al tercer set con las energías al límite. En este momento del partido no importaba quien tenía los mejores golpes sino quién tenía más ganas de ganar y podía mantenerse enfocado en los puntos claves. El tercer set no comenzó muy bien para mí, pues Covid-19 se fue adelante 3-0. En el cambio de lado pensé que era solo un break y confiaba que en cualquier instante lo iba a recuperar. Además veía que Covid-19 tenía cada vez menos energía.

Pasaron varios días de una feroz batalla, y aunque mi respiración no era normal, todavía sentía mucha energía así que me levante de la silla para empezar el cuarto juego del tercer set con el propósito de seguir compitiendo con todo hasta el final. Poco a poco logre remontar el marcador para ponerme 6-5. En el día 14 de la competencia, después de estar tu a tu luchando arduamente con lo que cada uno tenía, Covid-19 lucia muy cansado pero así y todo, logro servir para igualar el set y obligar al tie-break definitivo.

Mi objetivo en el tie-break era jugar cada punto con el corazón y dándole a entender a mi rival que si quería el punto se lo tenía que ganar, pues yo no se lo iba a regalar. Ambos estuvimos enfocados hasta ponernos 13-12 punto de partido para mí. En esos 25 segundos antes de servir, me pasaron muchas cosas por la cabeza: la importancia de mi familia, mis amigos, mis entrenadores y todos los que me habían ayudado a llegar a ese momento tan importante. Pensaba que este partido y este punto en especial nos lo jugábamos todos.

Me paré en la línea para servir con decisión y convencido de la táctica a utilizar. Serví al cuerpo, subí a la red y definí con un remate tan fuerte que fue suficiente para acabar a Covid-19. En ese momento un estruendo de júbilo se escucho por los parlantes. El mundo salió a las calles a celebrar entendiendo que no importa que tan grande y complicado es el rival, si creemos en nosotros mismos, ponemos todo nuestro esfuerzo y nos mantenemos unidos, saldremos victoriosos.

[author title=»Salomon Levy Bromet» image=»https://pbs.twimg.com/profile_images/620170837598072833/LpN1z9ue_400x400.jpg»]Director de Tennis Christopher Morley Tennis Club, Roslyn NY Nacido en Colombia, Licenciado en Ciencias del Deporte y Entrenamiento de Alto Rendimiento de Wingate College (Israel) Por más de 25 años ha utilizado su pasión y creatividad en el desarrollo de jugadores alrededor del mundo.[/author]

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